sábado, 22 de enero de 2011

Susto o muerte

No me gustan los titulares huecos. Vacíos. Enlatados. Preparados a conciencia sin seso. Siempre he sido partidario de expresar mensajes, de transmitir ideas, y de dejar que los periodistas hagan su trabajo, tanto en los titulares como en el cuerpo de la noticia.
Desde ayer en Sevilla cocinan y despachan titulares como si fueran fast food; por lo que resultaba inevitable que a corto plazo los paladares exigentes sufrieran una decepción.
Uno de esos tipos que lleva la boina calada hasta la oreja ha fabricado, para la convención y desde la convicción, uno de esos titulares huecos, que retrata al que lo larga y de paso, muestra las facciones ocultas tras la máscara de aquellos que presumen de “centrados” y acogen en sus filas a personajes escorados peligrosamente a posturas extremas.
En ese extremismo, tan del gusto de la caverna, se ha colgado al adversario, que en realidad es cualquiera que no comparta credo, el cartel de abrazar la “cultura de la muerte” Sin importar que el cartelista sea heredero y estandarte del legado de quienes en España defendían la muerte de las ideas y por supuesto, la represión de aquellos que albergaban esas ideas.
En la Cuba revolucionaria, en tiempos de esperanza no sólo para los cubanos, si no también para el resto de Latinoamérica, como expresara con magisterio el propio Mario Vargas Llosa, los revolucionarios, opositores al régimen del dictador Batista, coreaban entre sus consignas aquella de ¡Socialismo o muerte!; una dicotomía vital que reflejaba sin equívocos a quienes apostaban por la vida y a quienes militaban en el bando de la muerte.
Entre susto o muerte, no hay yerro en la elección.

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