martes, 4 de enero de 2011

Barcelona la nit

Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Y por lo que se ve el gato también. Aunque también decían que el asesino era el mayordomo; algo posible, pero improbable, porque los asesinos siguen cotizando al alza en la bolsa de la actualidad informativa y los mayordomos son especie en peligro de extinción que cotiza a la baja en los anuncios de ofertas de laboro.
De nuevo, Barcelona la nit. Y como volviendo sobre los pasos dados, como una deja vú, retorno a Gracia. Callejeamos por las perpendiculares y paralelas que conforman el barrio. Atravesamos algunas plazas, como la del Sol o la conocida del Diamante. Pero cuesta decidirse. Algunos restaurantes están llenos, otros resultan poco apetecibles. Y así, paso a paso, y casi sin darnos cuentas acabamos en la puerta del TeatreNeu; café teatro en la primera planta y restaurante informal en la baja.
Parecía una buena opción. Algo distinto y original. Erramos. El salero e imaginación empleados en decorar el local se muestran inexistentes en su carta y, of course, en la presentación de los platos. Muy económico, cierto; pero que poco arte gastronómico donde se derrocha arte sobre el escenario. Una pena, porque el sitio visual y ambientalmente merece la pena.
En una noche de reincidencias, y aún con un regusto amargo, optamos por tomar una copa y repetimos en la coctelería de aquel Gimlet desarmonizado. Regreso al lugar del crimen. No suena The Cure, pero a cambio tampoco me martirizan con un video de George Michael. Tampoco hay demasiada gente. Apenas un par de mesas ocupadas y dos chicas despidiéndose en la larga barra. Ella repite Mojito. Como el pasado verano. Yo no me arriesgo a comprobar si a base de voluntad el barman se acerca a la maestría. De hecho, casi apostaría a que no lo logrará nunca. Opto por un ron dorado; en vaso corto, con hielo y unas gotas de limón natural.
Puede ser real o puede que sea yo, el caso es que esta ciudad comienza a parecerme menos hospitalaria. Serán las fiestas navideñas y las calles abarrotadas de gente coincidiendo con el horario comercial. Serán la prohibición taurina o la hegemonía deportiva en fútbol y baloncesto. O será el empeño del innombrable mientras gobernó desde La Moncloa y de los indocumentados de Esquerra Republicana de Catalunya en el trigobierno de La Generalitat por alimentar el recelo entre los de dentro y los de fuera. Quizás sea una mezcla de todo. Otro cóctel sin armonía, que en este caso aúna la ausencia de maestría con la falta de voluntad.
Al día siguiente, un opíparo almuerzo tradicional catalán en la taberna El Glop, con cargols a la llauna y all i oli incluidos, y una librería en el barrio gótico, de librero con pajarita y aires libertarios, me hacen dudar. Compro un Sciascia, “Actas relativas a la muerte de Raymond Roussel”, y recuerdo a Vázquez Montalbán. Menos es más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario