Este país siempre ha sido de garrote. Tanto vil, como tentetieso. Incluso en una romántica época, de faca y trabuco. Pero nada como el garrote. Del mismo modo que entre sus señas de identidad nunca faltó la boina; a ser posible, calada hasta las cejas.
La boina convivía con sombreros y otros tocados. Y los sobrevivió en su declive. Pero la moda, caprichosa, los hace resurgir, y como en un revival cubren de nuevo las testas. Aún así, hay quien ni entiende ni gusta de modas, por lo que mantiene la boina a cualquier precio.
Con la boina calada hasta las cejas, acompañada del correspondiente garrote y de capucha, tan propia y adecuada para verdugos, es difícil convencer a alguien de la existencia de procesos de ventilación mental y de la capacidad de mover las piedras sin tocarlas. O dicho de otro modo, los receptores desconfían del mensaje porque no creen a los emisores. Y sobre todo porque dudan de su capacidad para cambiar; algo así como el carácter o la naturaleza del escorpión en la conocida fábula del escorpión y la rana.
Deshojaba la margarita, más como un ejercicio mental que por convicción en la bondad de la propuesta de tregua de los acólitos del hacha y la serpiente. Y entre sí y no, no y sí y algún quizás pasaban los días sin que la flor me diera respuesta.
No creo que alguien la tenga. Los de la boina calada y capucha retuercen las palabras como si fueran garrotes. Y algunos que usan sombrero, incluso sobre la boina, miden las suyas, porque andan más preocupados por el rédito a obtener, porque muchos en el pasado y en distintos ámbitos obtuvieron jugosas ganancias, que por airear las testas. Y por supuesto, en caso de duda, garrotazo.
Augusto Borderas, ex senador y patrono de la Fundación Fernando Buesa, escribía ayer domingo, 16 de enero, en el diario El País, en la sección de Cartas al director,“¿El principio del final de ETA?”, de aconsejable lectura. En la misiva recordaba al desaparecido Mario Onaindía, ex muchas cosas, entre ellas miembro de ETA, y algunas de sus afirmaciones: “ETA no tiene puerta atrás, solo tiene la puerta grande para salir en hombros, como en las tardes de éxito taurino” o “La nación no es una etnia que exista antes de la política, como piensan los nacionalismos, la nación son los ciudadanos con leyes que les permiten serlo”.
En resumen, ciudadanos con boina o sombrero pero con las mentes ventiladas, sin capucha y a ser posible, con una renuncia pública a siglos de garrote.
La boina convivía con sombreros y otros tocados. Y los sobrevivió en su declive. Pero la moda, caprichosa, los hace resurgir, y como en un revival cubren de nuevo las testas. Aún así, hay quien ni entiende ni gusta de modas, por lo que mantiene la boina a cualquier precio.
Con la boina calada hasta las cejas, acompañada del correspondiente garrote y de capucha, tan propia y adecuada para verdugos, es difícil convencer a alguien de la existencia de procesos de ventilación mental y de la capacidad de mover las piedras sin tocarlas. O dicho de otro modo, los receptores desconfían del mensaje porque no creen a los emisores. Y sobre todo porque dudan de su capacidad para cambiar; algo así como el carácter o la naturaleza del escorpión en la conocida fábula del escorpión y la rana.
Deshojaba la margarita, más como un ejercicio mental que por convicción en la bondad de la propuesta de tregua de los acólitos del hacha y la serpiente. Y entre sí y no, no y sí y algún quizás pasaban los días sin que la flor me diera respuesta.
No creo que alguien la tenga. Los de la boina calada y capucha retuercen las palabras como si fueran garrotes. Y algunos que usan sombrero, incluso sobre la boina, miden las suyas, porque andan más preocupados por el rédito a obtener, porque muchos en el pasado y en distintos ámbitos obtuvieron jugosas ganancias, que por airear las testas. Y por supuesto, en caso de duda, garrotazo.
Augusto Borderas, ex senador y patrono de la Fundación Fernando Buesa, escribía ayer domingo, 16 de enero, en el diario El País, en la sección de Cartas al director,“¿El principio del final de ETA?”, de aconsejable lectura. En la misiva recordaba al desaparecido Mario Onaindía, ex muchas cosas, entre ellas miembro de ETA, y algunas de sus afirmaciones: “ETA no tiene puerta atrás, solo tiene la puerta grande para salir en hombros, como en las tardes de éxito taurino” o “La nación no es una etnia que exista antes de la política, como piensan los nacionalismos, la nación son los ciudadanos con leyes que les permiten serlo”.
En resumen, ciudadanos con boina o sombrero pero con las mentes ventiladas, sin capucha y a ser posible, con una renuncia pública a siglos de garrote.
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