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sábado, 24 de agosto de 2013

Lagarto

En la ciudad que habito el lagarto pertenece al territorio de la leyenda. Pero también anduvo en boca y pluma de los poetas. Y como no, en manos de los artistas.
Artistas como Belin y José F. Ríos que fusionaron mirada y talento. Lagartearon y parieron una criatura que a ras del suelo fija la mirada en el horizonte, a modo de bienvenida, pero también como advertencia al viajero de que sobrevolando a la noche de los tiempos la ciudad preserva su guardián.
No hace mucho que estos y otros artistas liberaron sus criaturas en rotondas, avenidas y promontorios de la ciudad, dotándola de un aire de modernidad. Y sin embargo, esos tiempos parecen hoy muy lejanos. La involución abarca cualquier ámbito y transmite la sensación de que llevara instalada entre nosotros desde épocas pretéritas. Y ahora las rotondas y las vías de la ciudad acogen monolitos y monumentos de estéticas trasnochadas, muestra de un catetismo rancio que incluye homenajes que retrotraen a días de represión, a los tiempos de negritud donde la libertad y los derechos eran los bienes universales soñados que había que conquistar.
El arte también es una forma de compromiso. Y un depositario de la memoria. De modo que esas criaturas liberadas por sus creadores, los artistas, en diversos espacios públicos de la ciudad nos ayudan a recordar quienes fuimos y lo que no somos ni nunca seremos.
Y avivan la esperanza, lagarto, lagarto, de que el guardián no se aletargue y abra sus mandíbulas para engullir a los nostálgicos de la sinrazón.

sábado, 29 de septiembre de 2012

España cañí

“Suspiros de España” es un pasodoble, del maestro jiennense Álvarez Alonso, que probablemente no provoque suspiros a la mayoría de la gente, pero que si se escucha en la voz de Diego “El Cigala”, como colofón a la banda sonora de “Soldados de Salamina”, seguro que rascará más de una garganta y agitará la sangre. Representa, nos guste o no, una parte de la tradición española, la España cañí, y es huésped de nuestra memoria individual y colectiva.
El también jiennense, el artista José F. Ríos, es consciente de la existencia de esa tradición española y ha recogido su espíritu en una exposición. Es cierto que podía haberla denominado Arte con h, de humor, pero ha optado por el inequívoco La España cañí; en la línea de aquel “Ruedo Ibérico”, del desaparecido Luis Carandell, o del mismo Don Ramón María del Valle-Inclán y su esperpéntica visión de España.
Ríos es un artista de cuyas creaciones como sus pavos reales o el guerrero Culcas me he permitido escribir en alguna otra ocasión y del que he destacado su obra escultórica frente a la pictórica; de la que una muestra significativa puede contemplarse en espacios públicos (parques, rotondas, vías) convirtiendo la ciudad que habito en un museo abierto y contribuyendo a acercarla al menos estéticamente al siglo XXI.
Escultor, pintor hiperrealista e ilustrador, hasta donde alcanza mi conocimiento; es decir, un artista polifacético, cuyo talento y capacidad creativa no escapa a la envidia, la hipocresía y la ignorancia de los otros, señas inseparables de esa España cañí.
Su exposición busca provocar la sonrisa del que la contempla, sin que la hilaridad pueda esconder o disimular esa visión crítica a una forma de ser que para lo bueno y lo malo se halla en casi todos nosotros y que no es más que lo menos apetecible de una herencia de la que no logramos o no queremos desprendernos.
La España cañí se incluye en “Made in Jaén”, una muestra provincial de creación artística, que celebra su segunda edición, y que a través de la fotografía, la danza, la música, el teatro, la literatura, el cine y como no, las artes plásticas, busca convertirse en un reconstituyente para la autoestima de los habitantes de una provincia dada en exceso a reconocer al de fuera y negar al de dentro. Un intento creativo de evidenciar que el mar de olivos produce algo más que aceite de oliva de excelsa calidad. O que además de para las tinajas hay lugar para las cabezas.  
 

sábado, 5 de febrero de 2011

El vuelo del íbero

Hay quien contempla el cielo con temor a que se desplome sobre su cabeza. Y también quien espera que carros envueltos en llamas asciendan a él y después, vive con el miedo producido por la incertidumbre de saber dónde caerá el carro. Incluso los hay que anhelan el abrazo de la muerte para habitar eternamente en él.
A mí me gustan más aquellos que pierden su mirada en el cielo buscando las imposibles formas de las nubes, embelesados con lejanos planetas o persiguiendo las estrellas. O aquellos otros que en día de lluvia alzan la mirada para sentir las gotas de agua en la cara.
En la ciudad que habito, días atrás, aquellos que miraban al cielo no hallaron motivos para el temor (salvo catástrofe que no sucedió), pero si para la sorpresa, al ser testigos excepcionales del vuelo de un guerrero de 6 metros de altura.
Nada que ver con el vuelo de Ícaro, pues a las claras se observaba el cable de la grúa que sostenía al guerrero en el aire, pero sin duda épico por su condición de guerrero y por sus dimensiones.
De nombre Culcas, es la representación de un guerrero íbero. Una escultura realizada en hierro (salvo el casco, elaborado en poliuretano) por José F. Ríos, nacido en Orcera, en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, pero afincado en Jaén. El mismo artista creador de aquellos pavos y aquel jardín, realizados con material desechable de obras, y que se pavonean y florecen en las rotondas de acceso a la Universidad. Creaciones a las que ha ido sumando otras esculturas integradas en diferentes espacios de la ciudad, que además de contribuir a un cambio de su fisonomía, incrementan su patrimonio, por la propia obra y por su contribución paisajística.
La provincia que habito es conocida fundamentalmente por el aceite de oliva, por sus espacios naturales protegidos y por su legado renacentista, representado en las ciudades de Baeza y Úbeda, y como no, en la Catedral de Jaén. Pero muchos desconocen la importancia de su legado íbero; entre otras cosas por la demora en la construcción de un museo, que por fin avanza a buen ritmo y que acogerá los restos de esa herencia íbera y se convertirá, estoy seguro, en una referencia esencial de un periodo histórico y de una cultura de la que somos deudores.
El guerrero Culcas, instalado ya en su atalaya, está más cerca del cielo que nosotros, por altura y ubicación. Al contemplarlo, conviene recordar que para saber adónde vamos, antes hemos de conocer de dónde venimos. Y para ello es inevitable mirar al suelo. E incluso, descender al subsuelo. Volver la vista atrás, aunque algunos sólo vean en ello demonios que les privan de la libertad de volar. Aún con cables.




Foto: El guerrero íbero Culcas, de FJC.
Vídeo. Culkas, de Sitoh.

miércoles, 29 de julio de 2009

Reciclaje escultural


Crear desde lo supuestamente desechable; desde lo aparentemente inservible y sin embargo, reciclable. José F. Ríos es un artista local, pintor hiperrealista, escultor e ilustrador, hasta donde yo llego. Y no es poco. De hecho, su arte le ha llevado desde Orcera, un pequeño pueblo de la Sierra de Segura (en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas), hasta el nada pequeño Houston, en los tampoco nada pequeños Estados Unidos de América.
Afincado en la ciudad en la que habito, compartimos hace 5 años y por cosas del destino las páginas de un libro de relatos de viajes, Caminos de Jaén, de Ediciones RaRo. Él, evidentemente, con sus ilustraciones.
Conocía su pintura por una exposición en la sala de una caja de ahorros y por haber visto alguno de sus cuadros colgando de la pared de algún bar de copas. Y conocía algunas de sus originales esculturas por haberlas visto también en algún bar de copas. Y también recuerdo haber mantenido alguna conversación sobre su pintura con mi padre; debo reconocer que más de su agrado que del mío, y sobre sus esculturas, donde si existía coincidencia, es decir, que el agrado era mutuo.
Ahora, José Ríos me ha sorprendido gratamente con unas esculturas realizadas con señales de tráfico, conos de señalización, luces, hormigoneras…, material de obra reciclado, que dan vida a dos enormes pavos reales y a un jardín. Obras que se han instalado en el centro de dos nuevas rotondas, en las inmediaciones de la universidad de esta ciudad en la que habito. Arte al aire libre, a modo de museo abierto, que permite y facilita la convivencia de los ciudadanos con la cultura y contribuye a difundir una imagen vanguardista de la ciudad. Un nexo entre un presente con esbozos de modernidad y el futuro, que supongo germina en la universidad y que espero sepa disfrutar y valorar, más allá de la simple estética, estas obras de arte. Casi un símbolo: la construcción del futuro con un material que percibimos inservible. Como la propia vida.