“Suspiros
de España” es un pasodoble, del maestro jiennense Álvarez Alonso, que
probablemente no provoque suspiros a la mayoría de la gente, pero que si se
escucha en la voz de Diego “El Cigala”, como colofón a la banda sonora de “Soldados
de Salamina”, seguro que rascará más de una garganta y agitará la sangre. Representa,
nos guste o no, una parte de la tradición española, la España cañí, y es
huésped de nuestra memoria individual y colectiva.
El
también jiennense, el artista José F. Ríos, es consciente de la existencia de
esa tradición española y ha recogido su espíritu en una exposición. Es cierto
que podía haberla denominado Arte con h,
de humor, pero ha optado por el inequívoco La España cañí; en la línea de aquel “Ruedo Ibérico”, del
desaparecido Luis Carandell, o del mismo Don Ramón María del Valle-Inclán y su
esperpéntica visión de España.
Ríos
es un artista de cuyas creaciones como sus pavos reales o el guerrero Culcas me
he permitido escribir en alguna otra ocasión y del que he destacado su obra escultórica
frente a la pictórica; de la que una muestra significativa puede contemplarse en
espacios públicos (parques, rotondas, vías) convirtiendo la ciudad que habito en
un museo abierto y contribuyendo a acercarla al menos estéticamente al siglo
XXI.
Escultor,
pintor hiperrealista e ilustrador, hasta donde alcanza mi conocimiento; es
decir, un artista polifacético, cuyo talento y
capacidad creativa no escapa a la envidia, la hipocresía y la ignorancia de los
otros, señas inseparables de esa España cañí.
Su
exposición busca provocar la sonrisa del que la contempla, sin que la hilaridad
pueda esconder o disimular esa visión crítica a una forma de ser que para lo
bueno y lo malo se halla en casi todos nosotros y que no es más que lo menos
apetecible de una herencia de la que no logramos o no queremos desprendernos.
La España cañí se incluye en “Made
in Jaén”, una muestra provincial de creación artística, que celebra su segunda
edición, y que a través de la fotografía, la danza, la música, el teatro, la
literatura, el cine y como no, las artes plásticas, busca convertirse en un
reconstituyente para la autoestima de los habitantes de una provincia dada en
exceso a reconocer al de fuera y negar al de dentro. Un intento creativo de
evidenciar que el mar de olivos produce algo más que aceite de oliva de excelsa
calidad. O que además de para las tinajas hay lugar para las cabezas.
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