Varias generaciones de periodistas llevábamos años esperando y soñando con “dar” la noticia del fin de ETA. De igual modo que una parte mayoritaria de la sociedad, la demócrata, llevaba años esperando y soñando que se produjera esa noticia.
El titular de esa noticia en prensa, sin duda una de las más importantes de las últimas décadas en España, es inequívoco, corto y sin matices; del mismo modo que el tratamiento de la información no admitía dudas y merecía abrir la primera plana a cinco columnas u ocuparla entera, con cambio de tipografía incluido y utilizando recursos gráficos atípicos en esa primera plana. Podían haber cambiado las palabras y los verbos elegidos, pero la información era el fin del terrorismo de ETA.
Algo elemental para cualquier estudiante de Periodismo de primer o segundo curso e incluso para cualquier habitual lector de periódicos, que sin embargo las portadas de algunos periódicos del viernes, 21 de octubre de 2011, desmienten. Un desmentido que ratifican con los titulares de las páginas interiores y el contenido de las mismas, donde hay mayor empeño en minimizar la noticia que en destacar su importancia y significado.
No hablo de las columnas de opinión y los firmantes de opinión, que como su propio nombre señala son opinión, propia o al servicio de otros, pero opinión. Me refiero a la información, a eso que denominamos como información “pura y dura”; el hecho en sí, la noticia, al margen del enfoque que quiera dársele y desde la óptica que se haga. Y ésta es una noticia magnífica, una buena noticia que contradice esa máxima anglosajona de Good news, no news, y que merecía un tratamiento profesional riguroso y alejado de espurios intereses.
Lo lamento, profundamente, como periodista y como ciudadano. No es bueno para una sociedad democrática que los medios de comunicación olviden cuál es su función principal y su obligación: ofrecer información veraz, y que los periodistas renuncien a un buen ejercicio de su profesión para ponerse al servicio de otros intereses.
No es bueno que la caverna nos prive de la luz.
El titular de esa noticia en prensa, sin duda una de las más importantes de las últimas décadas en España, es inequívoco, corto y sin matices; del mismo modo que el tratamiento de la información no admitía dudas y merecía abrir la primera plana a cinco columnas u ocuparla entera, con cambio de tipografía incluido y utilizando recursos gráficos atípicos en esa primera plana. Podían haber cambiado las palabras y los verbos elegidos, pero la información era el fin del terrorismo de ETA.
Algo elemental para cualquier estudiante de Periodismo de primer o segundo curso e incluso para cualquier habitual lector de periódicos, que sin embargo las portadas de algunos periódicos del viernes, 21 de octubre de 2011, desmienten. Un desmentido que ratifican con los titulares de las páginas interiores y el contenido de las mismas, donde hay mayor empeño en minimizar la noticia que en destacar su importancia y significado.
No hablo de las columnas de opinión y los firmantes de opinión, que como su propio nombre señala son opinión, propia o al servicio de otros, pero opinión. Me refiero a la información, a eso que denominamos como información “pura y dura”; el hecho en sí, la noticia, al margen del enfoque que quiera dársele y desde la óptica que se haga. Y ésta es una noticia magnífica, una buena noticia que contradice esa máxima anglosajona de Good news, no news, y que merecía un tratamiento profesional riguroso y alejado de espurios intereses.
Lo lamento, profundamente, como periodista y como ciudadano. No es bueno para una sociedad democrática que los medios de comunicación olviden cuál es su función principal y su obligación: ofrecer información veraz, y que los periodistas renuncien a un buen ejercicio de su profesión para ponerse al servicio de otros intereses.
No es bueno que la caverna nos prive de la luz.
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