jueves, 21 de marzo de 2019

Feliz no cumpleaños

Cada 21 de marzo se aviva el recuerdo. Pienso en ese primer brote de la primavera, el jaramago, cuando el invierno ya es eterno. 
Quedó atrás el decenio. A la ausencia física la suple la presencia en el recuerdo, la única manera probable de inmortalidad: vivir a través de la memoria del otro, de otros. 
El tiempo mitiga el dolor, atempera la pérdida pero no puede borrarla; se lleva el olor de la cera y condena a la oscuridad a la llama. No se prende, no se sopla, no se festeja. Se imponen la evocación y el silencio. 
Las lágrimas ya están secas, las heridas cerradas, pero siempre quedan las cicatrices; ciempiés reptando, arrastrándose, deslizándose por los surcos de la memoria. 
No hay vestigios del último baile. No queda nada de aquel polvo, aquella ceniza zarandeada por el viento. Las huellas en el aire se pierden antes de que calle la orquesta. 
Y a pesar de ello, frente a todos los pesares, conservo la certeza de tu existencia. La real, la edulcorada por el paso del tiempo, la imaginada… Una sola existencia contemplada a través del caleidoscopio agitado no ya por las manos sino por mi propia inercia. 
Poco importa donde se dibuja la frontera entre lo que fue y lo que ya no será. Seguimos cruzando los puentes del afecto a sabiendas de que hay palabras perdidas, rotas, hirientes y también algunas que nunca se pronunciaron, junto a aquellas que deseamos olvidar y a aquellas otras apenas suspiradas, casi muertas antes de nacer. 
Dicen que hoy se celebran en el mundo los versos. Se desempolvan los libros y los buscadores de internet para extraer un poema de tal o cual autor. 
¿Sabes lo que pienso, viejo? La muerte si es un poema. Y la vida su poesía. 
Feliz no cumpleaños.

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