Es difícil calibrar si el PSOE es consciente realmente de lo que se está jugando en el proceso congresual abierto tras la debacle en las pasadas Elecciones Generales. Desde fuera da la impresión de que andan los dirigentes socialistas más preocupados por mantener equilibrios y cuotas de poder internos, es decir, por el partido, que por atender el papel y la representación con que cuenta en el actual sistema democrático y las demandas de los ciudadanos progresistas.
Basta con echar un vistazo a la composición del Parlamento español para comprobar que nada hay a la derecha del PP, a la par que crecen las opciones a la izquierda del PSOE. Unas opciones minoritarias, incluida la de Izquierda Unida, pero cuya suma de votos y captación de respaldos ajenos y críticos con la forma de gobernar del PSOE deberían llevar a los socialistas a una reflexión sobre su proyecto político para este país.
Ausente el secretario general, una vez desalojado de La Moncloa, el partido navega sin rumbo, errando en los tiempos y las formas e iniciando ese proceso congresual por el tejado, poniendo sobre la mesa nombres (por ahora sólo están confirmadas las candidaturas a la secretaría general de Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón) y marginando el debate de lo principal, las ideas, en beneficio de las ocurrencias.Basta con echar un vistazo a la composición del Parlamento español para comprobar que nada hay a la derecha del PP, a la par que crecen las opciones a la izquierda del PSOE. Unas opciones minoritarias, incluida la de Izquierda Unida, pero cuya suma de votos y captación de respaldos ajenos y críticos con la forma de gobernar del PSOE deberían llevar a los socialistas a una reflexión sobre su proyecto político para este país.
Si la elección de Rubalcaba como candidato a la Presidencia del Gobierno suponía en la práctica la pérdida de un año en esa necesaria reconstrucción socialista, las dos candidaturas presentadas a día de hoy a la Secretaría General del PSOE no hacen más que confirmar una nueva demora en esa necesaria renovación, tanto en lo ideológico como en sus protagonistas.
Salvo por esas cuotas de poder internas es difícil entender que el candidato que ha obtenido los peores resultados de la historia del PSOE en unas Elecciones Generales (110 escaños frente a los 169 obtenidos en 2004 y 6.973.880 votos frente a los 11.289335 de 2004), Alfredo Pérez Rubalcaba, lejos de dimitir por esos resultados se postule como timonel de la renovación en su partido. Aunque como apuntan algunos sea algo transitorio y el verdadero objetivo sea asumir esa Secretaría General para preparar como próximo candidato a la Presidencia del Gobierno al actual lehendakari, Patxi López; una apuesta arriesgada por al menos dos factores: porfía a la incapacidad del PP para afrontar la crisis económica y otra, a priori menor, que no es baladí, si la sociedad española, tan clasista, está preparada para elegir a un presidente sin formación universitaria.
Tampoco es fácil vislumbrar supuestos aires nuevos en la candidatura de Carme Chacón. La deslealtad nunca ha sido buena carta de presentación, conviene recordar aquella máxima de Escipión de “Roma no paga a traidores”. Y sólo en términos de deslealtad cabe analizar la actitud de Chacón al sumarse a un manifiesto en contra de la gestión de Zapatero, obviando que ha estado en primera línea durante estos 8 años de gobierno del PSOE, que no sólo es un producto del denominado Zapaterismo, sino que además se ha sentado en el Consejo de Ministros, lo que como mínimo implica coparticipación en la toma de algunas decisiones. Sin olvidar que como cabeza de lista del PSC por Cataluña en los últimos comicios ha cosechado la primera derrota del socialismo catalán en unas Elecciones Generales.
Conviene aclarar para que nadie se lleve a engaños que la candidatura de Chacón es en realidad un pack de dos, la propia Chacón y su marido, el ex Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, “padrino”, “conseguidor”, “amigo” del Grupo Roures (propietario de Público y La Sexta) y “nexo” entre Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y José Luis Rodríguez Zapatero, en los inicios de su primera legislatura como presidente. Por lo que bien podría denominarse la candidatura de poder y negocio.
De hecho en círculos socialistas atribuyen a Barroso la asesoría de la patética rueda de prensa en la que Chacón anunciaba su renuncia a presentarse a unas primarias para elegir al candidato socialista a la Presidencia del Gobierno y la patochada de presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE en el pueblo de su padre en tierras andaluzas.
Como dice el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, que se disputa con Tomás Gómez, de la FSM, y Eduardo Madina, del PSE, el cartel de tapado, la denominada 3ª vía, en este proceso congresual, cuando le preguntan por ¿Chacón o Rubalcaba?, “Rubicón. Hay que pasarlo” (El País, domingo, 8 de enero de 2012).
Leer más en PULSOSalvo por esas cuotas de poder internas es difícil entender que el candidato que ha obtenido los peores resultados de la historia del PSOE en unas Elecciones Generales (110 escaños frente a los 169 obtenidos en 2004 y 6.973.880 votos frente a los 11.289335 de 2004), Alfredo Pérez Rubalcaba, lejos de dimitir por esos resultados se postule como timonel de la renovación en su partido. Aunque como apuntan algunos sea algo transitorio y el verdadero objetivo sea asumir esa Secretaría General para preparar como próximo candidato a la Presidencia del Gobierno al actual lehendakari, Patxi López; una apuesta arriesgada por al menos dos factores: porfía a la incapacidad del PP para afrontar la crisis económica y otra, a priori menor, que no es baladí, si la sociedad española, tan clasista, está preparada para elegir a un presidente sin formación universitaria.
Tampoco es fácil vislumbrar supuestos aires nuevos en la candidatura de Carme Chacón. La deslealtad nunca ha sido buena carta de presentación, conviene recordar aquella máxima de Escipión de “Roma no paga a traidores”. Y sólo en términos de deslealtad cabe analizar la actitud de Chacón al sumarse a un manifiesto en contra de la gestión de Zapatero, obviando que ha estado en primera línea durante estos 8 años de gobierno del PSOE, que no sólo es un producto del denominado Zapaterismo, sino que además se ha sentado en el Consejo de Ministros, lo que como mínimo implica coparticipación en la toma de algunas decisiones. Sin olvidar que como cabeza de lista del PSC por Cataluña en los últimos comicios ha cosechado la primera derrota del socialismo catalán en unas Elecciones Generales.
Conviene aclarar para que nadie se lleve a engaños que la candidatura de Chacón es en realidad un pack de dos, la propia Chacón y su marido, el ex Secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, “padrino”, “conseguidor”, “amigo” del Grupo Roures (propietario de Público y La Sexta) y “nexo” entre Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, y José Luis Rodríguez Zapatero, en los inicios de su primera legislatura como presidente. Por lo que bien podría denominarse la candidatura de poder y negocio.
De hecho en círculos socialistas atribuyen a Barroso la asesoría de la patética rueda de prensa en la que Chacón anunciaba su renuncia a presentarse a unas primarias para elegir al candidato socialista a la Presidencia del Gobierno y la patochada de presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE en el pueblo de su padre en tierras andaluzas.
Como dice el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, que se disputa con Tomás Gómez, de la FSM, y Eduardo Madina, del PSE, el cartel de tapado, la denominada 3ª vía, en este proceso congresual, cuando le preguntan por ¿Chacón o Rubalcaba?, “Rubicón. Hay que pasarlo” (El País, domingo, 8 de enero de 2012).
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