viernes, 15 de julio de 2011

La barraca del Zurdo

Días de teatro en Baeza. La muestra de artes escénicas UNIAescenaBaeza, que se celebra a la par y como complemento de la Escuela de Teatro de la UNIA, permite durante dos semanas disfrutar de un amplio programa de teatro, danza y títeres.
Representaciones como La barraca del Zurdo, de la compañía Laví e Bel. Una barraca contemporánea a aquella otra sobradamente conocida por ser su promotor aquel poeta y dramaturgo granadino asesinado en el mes de agosto del 36; Federico García Lorca, muerto por las balas, pero abatido por el germen de la intolerancia, por rancios modos y creencias, por la irracionalidad del exterminador y por todo aquello que revestido de decencia socava desde el provincianismo oscuro y profundo la convivencia, la fraternidad y la libertad.
Leí una referencia hace tiempo sobre esa barraca del Zurdo en un texto sobre las Misiones Pedagógicas de la República Española, pero sólo hace unas semanas he conocido la historia de Daniel Buenaventura “el Zurdo” y su barraca, por programarse esta obra en la edición de UNIAescenaBaeza de este año.
La barraca del Zurdo es la historia de una familia de la farándula, de 1920 a 1983; o lo que es lo mismo, una etapa de la historia de este país contada a través de las vivencias de algunos de aquellos perdedores, que sin embargo nunca fueron derrotados.
Por eso, La barraca del Zurdo es la memoria histórica de un sueño de libertad. Ese mismo sueño truncado durante 40 años y apenas recuperado entre 1976 y 1982. Y también es la historia de un compromiso con el teatro y con unos ideales, entre los que la cultura y la educación siempre fueron una prioridad.
La barraca del Zurdo evoca inevitablemente a Lorca y pese a ello, el exilio de Buenaventura y su familia y el desgarro provocado por ese destierro remiten consciente o inconscientemente a Cernuda. Al dolor por España de aquellos que injusta y erróneamente fueron calificados de antiespañoles o de malos españoles y que demostraron que el amor a la patria no tenía que ver con la palabrería, los gestos y los actos de uniformes y sotanas. De igual manera que en aquella época, el honor era algo ajeno a crucifijos y sables, pero podía adornar el cuchillo de una barraca.
Esta obra es una apuesta valiente por mantener la memoria y el compromiso, en un momento en que la sombra de los que truncan sueños de libertad se alarga y en el que demasiados sucumben a la tentación de dejar de soñar; acariciando peligrosamente la derrota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario