sábado, 27 de febrero de 2010

Viento de esperanza

Hoy en la ciudad que habito soplaba por la mañana en sus calles un inusual viento caliente para esta época del año; un viento caliente que a las pocas horas se ha convertido sólo en viento. Fuerte, pero viento. Yo también he oído los partes de los denominados “hombres del tiempo” (aunque ignoro si son de su tiempo, del pasado o del futuro) y he oído la dichosa palabreja que no voy a repetir y que limitaré a viento huracanado. Un palabro casi desconocido hasta ayer y que se suma a esa dinámica del miedo que acompaña a la crisis económica y a sus consecuencias.
El miedo y el desánimo se han instalado con tal fuerza entre nosotros, que hasta algunos representantes del poder real de este país quieren vender esperanza y han puesto en marcha una campaña para optimistas que habla de arreglo, pero que también esconde las recetas del arreglo. Llámenme lo que quieran, pero yo no ignoro lo que ha significado e imagino que sigue significando en algunos lugares el apellido Garrigues. Es como pensar que los March son unos filántropos o que su fortuna nace del sudor de su frente.
Ahora debemos temer hasta al tiempo, cómo si no lleváramos cerca de dos años soportando tormentas y huracanes. Llevamos tanto tiempo soportando a estos malos aprendices de Eolo, que ya sólo provocan nuestra indiferencia, como si estuviéramos inmunizados. Y todo forma parte de la misma ópera bufa, en la que no se quién reparte los papeles, pero en la que siempre son los mismos los que interpretan a los perdedores.
Si ese viento se despojase de artificios, de miedos y amenazas y fuera verdad que transporta besos y palabras. Entonces, sólo entonces, esos hombrecillos de mapas imposibles podrían ser escuchados. Y entonces, sólo entonces, quizás mereciera la pena que no salga el sol, porque ese viento con luces y sombras sería un viento de esperanza.

3 comentarios:

  1. Pero parece que a la esperanza alguien esté empeñado en asesinarla y así, alinearnos en un mundo de sombras de miedo y amenaza, donde se aletarguen sentimientos que jamás nos podrían quitar de ninguna otra manera los nuevos Diógenos especulativos de mierda.

    ¡Tú si que escribes!

    Besos, gato.

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  2. Es cierto, parece que hay un interés en que vivamos amedentrados. Paralizados por el miedo no podemos pensar, ni actuar. Un beso.

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  3. Bueno, es que realmente la mayoría de la gente vive acojonada, es así. Muchas veces es por pura desigualdad de oportunidades. Pero otras, cada uno tiene lo que busca... sin contemplaciones. Carlos, tú sigue dándole a la diana. Raro

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