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miércoles, 13 de enero de 2010

El señuelo del desempleo

Las cartas están sobre la mesa. La recuperación económica es secundaria. Nada o poco importa que las heces sobrepasen la cintura y tiendan hacia arriba por los Gürtell, Fundescam, Palma Arena y similares. El maná es el desempleo. Sin recuperación del laboro no hay pan y sal para este país. La estrategia del PP es clara: descontento popular y descontento de la llamada clase media, materiales básicos para construir el camino hacia el triunfo electoral.
Es el caldo de cultivo para el fascismo. De nuevo, la xenofobia. La caza de brujas. La intolerancia. El rechazo al extranjero, el menoscabo del diferente. Vienen a quitarnos el trabajo; sin recordar la salvedad de que es el laboro que no queremos, el que decidimos que hicieran otros. Ahora cuando ya no hay pastel, cuando no vemos ni migajas, reclamamos nuestra porción.
El obrero votando a la derecha. Comulgando con ella. Repudian la revolución del proletariado, abjuran de la conciencia de clase, pero se echan sin rubor en brazos del capitalismo en su versión más devastadora, la que nos ha traído esta crisis. Ni siquiera se busca el atajo ilustrado del todo para el pueblo sin el pueblo, se echan en brazos de aquellos que predican el todo lo del pueblo pero sin el pueblo.
Ya no hay romanticismo para vender el alma al diablo. Cambian a Goethe por un Díaz Ferrán cualquiera y delatarían al hijo del hombre por un tercio de aquellas 30 monedas de plata, incluso por nada con tal de contentar al patrón.
Pararía el mundo y me bajaría, sólo que ya no podría volver a subir. Ese sí que sería un alto precio a pagar. Demasiado arroz para tan poco pollo. Y mucho más para un gato, que ni liga con arroz ni engulle los señuelos de los salvapatrias. Dos vueltas más al farol y me voy a mi casa.

sábado, 4 de julio de 2009

Estacionalidad

Al hacerse público el dato supe que no era tan bueno. No me mal interpreten, cualquier baja en la fila de los desheredados, aunque sea provisional como la mía, me parece una buena noticia. Pero supe que era un artificio, producto de esa palabra abominable: la estacionalidad.
Recordemos cuando se hizo público el anterior: disminución del desempleo, fin de una tendencia, brote verde, euforia de los gobernantes, silencio de la oposición… Y ahora, bueno, ahora hay un nuevo descenso, disminución por segundo mes consecutivo, pero…. se da el dato y rápidamente se fabrica otra noticia.
Desde la perspectiva de la información y de la opinión da mucho más juego, ¡donde va a parar!, la dimisión del director del CNI que el dato del paro; aunque la verdad es que la dimisión de ese tipo no le interesa a nadie o a casi nadie (a El Mundo, a una parte del PP, a Rubalcaba y poco más) y el desempleo lo sienten en sus carnes los desheredados y su entorno.
Decidí esperar un par de días para ver lo que pasaba. Y claro, no hay posibilidad de sorpresa, ya no se habla del paro. Ni unos, ni otros. Unos, porque han conseguido su objetivo, han grabado casi de forma subliminal la buena nueva de que hay menos desheredados, pero sin alharacas por lo que pueda reflejar el dato de octubre; y los otros, porque tampoco tienen pajolera idea del dato de octubre y es mejor reunirse con los empresarios para diseñar otra campaña de acoso y derribo contra los derechos adquiridos por los trabajadores. Empleo barato, despido barato, sueldos bajos, pero siempre y a ser posible los de los demás. Obligaciones sin derechos.
Yo, en mi ignorancia, nunca he entendido que se pueda crear empleo destruyendo el ya existente. Pero debe de ser un problema de formación y amistades, porque estudié en la Complutense en lugar de dar clases en Georgetown y no me codeó con ex presidentes responsables de la actual crisis económica, de Guantánamo y de la guerra de Irak, si no, fundamentalmente, con la canalla de lengua y pluma fácil, y eso sí, refinada ironía. Nada que ver con el exabrupto pretendidamente gracioso del innombrable en sus cursos hechos a medida.
La teoría es fácil para estos depredadores del estado del bienestar, porque para ellos es fácil convertir a una persona en una cifra y enviarla a la fila de los desheredados. Sin importarles que en ese tránsito se pierdan todos los atributos de las personas, la capacidad de comunicarse, la de emocionarse, la de sentir, la de comprender. Todas. E incluso tratan de arrebatarte la dignidad. Y digo tratan, porque hay un elevado número de desheredados que además de intentar abandonar la fila, luchan día a día para mantener esa dignidad. Pelean duro para no ser sólo un número en una estadística de ida y vuelta, tan del gusto de estos salvapatrias poseedores de recetas mágicas que nunca aplican. A ellos sí habría que aplicarles la estacionalidad; para no sufrirlos todo el año.

miércoles, 18 de marzo de 2009

La lista


Vaya racha que llevo. No, no voy aburrirles con la retahíla de cosas que me ha pasado durante los últimos 8 meses. Por unas cosas u otras, de lágrimas vamos todos sobrados. Me refiero a la última semana.
Primero, publican la lista Forbes. Y no estoy en ella. No es que me sorprenda no estar en ella, de hecho haber estado si me hubiera sorprendido, habría significado que las cosas me iban bien. Muy bien en lo económico, se supone. Qué hará esta gente con tanta pasta. La verdad es que empiezas a sumar euros, millones de euros, y te mareas.
No es que haga mucho caso de estas listas, pero es inevitable que de un modo u otros estemos en alguna de ellas. Voluntaria o involuntariamente. De hecho podríamos crear nuestras propias listas, aunque yo lo llevaría regular. Como no se parten la cabeza para denominarlas, la mía sería la lista Serrano. Y claro, con ese nombre, la gente pensaría que era una lista de jamones o de habitantes de la sierra. Bueno, lo de los jamones no estaría del todo mal, es cuestión de contactar con el sector, principalmente con Jabugo y Guijüelo, y que me manden alguno para ir engordando la lista.
Segundo, publican el perfil del desempleado. La de los sin empleo es hoy en día la lista negra. Y aquí si me han matado: nacionalidad española, menor de 30 años y estudios básicos. Vamos, encajo en la nacionalidad y porque eso no lo puedes elegir. Al nacer digo. A mí por lo menos nadie me preguntó. Y digo yo, si no encajo en el perfil, que pinto yo en esta lista. Si no tengo voluntad de rareza, de excepcionalidad, pues que pongan a otro que cumpla los requisitos. Bueno, mejor que no pongan a nadie. Que nos borren y que se inventen una lista de otra cosa, aunque sea de jamones.

jueves, 5 de marzo de 2009

Agarrarse a la esperanza

Desde el martes oficialmente somos 3’5 millones de desheredados. ¡Y subiendo! De seguir así tendremos que cerrar el país por derribo e irnos debajo del puente o a la puerta de la iglesia. Pero eso sí, con estilo, con glamour, que una cosa es ser un desheredado y otra muy distinta es engrosar también la fila de los desarrapados.
Si comparamos la situación con la de la última gran crisis, la del 73, la del petróleo, podemos concluir que como país hemos avanzado. No sólo por una cuestión estética, sino, y más importante, porque hemos madurado como sociedad y nos enfrentamos a una situación límite con calma, sin estridencias, atrincherados en nuestras casas (puede que alguno incluso ideológicamente), esperando que la crisis revierta y podamos regresar al bienestar de la vivienda propia, el auto en la puerta y el televisor de plasma. A fin de cuentas hemos pasado de una crisis en blanco y negro a una crisis en color.
De esos 3´5 millones de sin empleo, 900.000 no recibimos prestación económica. Es decir, carecemos de ingresos reconocidos. Un compañero me decía ayer que es imposible, que un país con 4 millones de parados no tira. A primera hora de la mañana una chica contaba en la radio que lleva 14 meses sin trabajo y ya no sabe qué hacer, a dónde acudir.
Las previsiones siguen siendo muy malas, el desempleo alcanzará el 19´5 por ciento y el número de parados se aproximará a los 5 millones. Pero no todo son malas noticias, el incremento del paro en febrero ha sido inferior al de enero, no es consuelo, pero algunos creen que empiezan a oír el “clonk” del fondo.
No nos engañemos. Estamos en el medio del túnel y no se ve luz al fondo. Hemos perdido el laboro, podemos perder la vivienda, la familia… podemos perder una vida. Y aún así tendremos que levantarnos. Podemos perderlo todo o casi todo, menos la esperanza. Sí, es duro. Día tras día como la chica de la radio, sin saber qué hacer, dónde enviar el currículum, dónde ir a buscar trabajo. Pero si perdemos la esperanza. Entonces si será verdad que no tiramos, ni como país, ni como personas.

miércoles, 28 de enero de 2009

Caldo de gallina

Paso de los 40, tengo dos hijos pequeños y una hipoteca media (aunque a mí me parece enorme). Soy uno de esos tantos que de la noche a la mañana se ha quedado sin trabajo. Sin ingresos, sin derecho al desempleo. A mediados de noviembre, mi jefe me comunicó que la empresa no contaba conmigo. Así que el 1 de diciembre me podía quedar en mi casa.
Desde entonces he perdido la cuenta de los currículum que he enviado. No así la de las respuestas; por escasas. En mi gremio, en mi profesión, los últimos meses del 2008 dejaron a 3.000 personas en la calle y las previsiones para el 2009 son aún peores. La gente que me conoce me decía que tranquilo, que con mi currículum me iba a ir bien, iba a encontrar trabajo pronto, iba a tener suerte… Y llevo 2 meses de tranquilidad, de que me va a ir bien, de que voy a encontrar trabajo pronto y de que voy a tener suerte.
Todavía no tengo ansiedad, tampoco me he deprimido. La verdad es que con esta situación creo que no puedo perder el tiempo en deprimirme o en padecer ansiedad. Si es cierto, que hay días mejores que otros. De lunes a viernes me levanto a las seis y media de la mañana; a las siete y media llevamos a los niños al colegio, luego llevo a mi mujer al trabajo, compro los periódicos y el pan, un café y a casa. Y en casa, ordenador. Consulta el correo, ofertas de empleo, envía el currículum a dónde buenamente se te ocurra y a esperar.
No tengo dotes ni vocación de adivino, pero me cuesta creer que nadie se dio cuenta de lo que se nos venía encima y me cuesta mucho más creer que no se tomasen medidas. Ahora se ha hecho, se han tomado medidas, que espero funcionen. El problema es que no sabemos cuando van a funcionar y lo peor, que no tengo, no tenemos tiempo, para esperar a que funcionen. Todo apunta a que 2009 va a ser un año duro, las predicciones y los augurios así lo apuntan, hasta el propio ministro Solbes lo confesaba en una entrevista dominical (para arreglarnos el cuerpo el día de asueto) y la propia UE afirma que el desempleo en España alcanzará el 19 por ciento. Para consolarnos el presidente dice que aunque existen 3 millones de parados, no debemos perder de vista que 20 millones están empleados. Se le escapa que cuando formas partes de esos 3 millones ¡Y subiendo! no consuela saber que 20 millones están trabajando, ¡por ahora!
No busco culpables. Busco soluciones. Porque me empiezo a sentir como el caldo de gallina, aquellos cigarrillos liados que mi padre compraba para alimentar su cachimba, picadura de tabaco. O como la gallina en caldo, puesta a cocer hasta que deje de estar dura. La cuestión es ¿cuánto tiempo podemos estar cociendo más de 3 millones de personas para hacer caldo?