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domingo, 7 de octubre de 2012

Futuro gastado

Hay un tiempo gastado que es futuro. Alejado de los sueños. Vedado a planes. Donde apenas encuentra su hueco la esperanza y que impide vislumbrar un horizonte. El problema no es que haya espacio para la incertidumbre es que la suma de incertidumbres genera tal densidad que provoca la asfixia y se convierte en una invitación al abandono.
Ni siquiera la consciencia de estar viviendo ese tiempo sirve ya para dar forma a una coartada con la que enmascarar el día a día. Y sin embargo, esa consciencia no implica pesimismo o derrotismo y mucho menos la rendición. Pero alimenta la duda y abre la puerta al miedo de la mano de la inestabilidad. Y ese miedo y esa inestabilidad si contribuyen a dejar paso expedito al pesimismo.
Vivimos un presente de futuro gastado. Donde se perfila un abismo, a cuyo borde nos sentimos empujados. Percibimos una sombra y la inexorable convicción de que puede cernirse sobre nosotros; de que en un instante la noche se dibuja sin lugar para la aurora y no podemos impedirlo. Y ese instante es hoy, mañana o quizás nunca.
Así que nos agarramos a ese presente de futuro sin gastar. Soñamos con el nunca, pero sin abandonar el territorio de la duda. Y miramos al futuro sin poder evitar no sentir los pies en el suelo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La posada de la piel

La nueva película de Almodóvar, "La piel que habito", se estrenará el próximo mes de septiembre. Leo la noticia en la web de la Cadena SER (http://www.cadenaser.com/cultura/articulo/piel-habito-pedro-almodovar-llegara-cines-proximo-septiembre/serpro/20110216csrcsrcul_4/Tes), me guardo el cartel y pienso en la piel como hábitat.
Me pregunto cuál y cómo es la piel que habito. E imagino que tampoco acabamos de conocer la piel que nos habita o aquellas otras que en algún momento del pasado nos habitaron.
Recuerdo aquello de la dermis y la epidermis y visualizo esas distintas capas como si fueran las estancias de una vivienda. Así que habrá algún rincón favorito, uno de esos lugares que muestran nuestra querencia; del mismo modo, que habrá algún espacio secreto, vetado a la mayoría de los visitantes, y alguna cámara de los horrores, donde perviven temores y demonios.
Rememoro los itinerarios de la piel, los conocidos, los ya recorridos, y aquellos otros pendientes de transitar. Ignoro si esos caminos conducen al conocimiento, pero seguro que son una invitación a la consciencia sobre la existencia propia y ajena. Y por tanto, un punto de partida; como el mapa de los sueños infantiles.
Y aunque no habite piel alguna y ninguna piel me habite, estoy convencido de que la piel puede no ser un destino, pero es una deseable posada.