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jueves, 28 de enero de 2010

Crónicas de la desgracia

Alguien tiene que contarlo. Y aunque se menoscaba a aquellos que lo hacen e incluso en los últimos tiempos se les lleva ante el juez por contarlo con pelos y señales y se les condena a cárcel, inhabilitación y multa, me siguen, corporativismo al margen, pareciendo imprescindibles.
Ya se que algunos piensan que en Haití sobran periodistas, mientras que yo opino que faltan alimentos y sobran militares estadounidenses. Es una opinión discutible, porque está hecha desde la distancia y basada en lo que cuentan los “expulsados” del aeropuerto de Puerto Príncipe, ahora convertido en base militar del Imperio.
Sin embargo, pese a las protestas de Hilaria Clinton y su “resentimiento” hacia las críticas de los medios de comunicación, yo me fío más de “vagamundos” como Fran Sevilla que de la secretaria de Estado USA o del propio Obama.
Desconfío del poder por definición. También por hábito y por convicción. Y aunque asumo que es lo práctico, no creo que ante la duda el mayordomo sea siempre el asesino. Del mismo modo que me cuesta creer que las armas de los marines sean de chocolate y sus pistolas, barras de pan.
Entre otras cosas porque fueron marines y no el mayordomo los que causaron con sus disparos la muerte de José Couso, camarógrafo de Tele5, en Irak y se supone que también fueron marines los que en Haití mataron con sus armas a Ricardo Ortega, en aquellos momentos freelance. Dos sucesos que visto lo visto y conocido hasta la fecha habrán causado pesar a la administración USA, pero ningún “resentimiento”.
Algunos dicen que los periodistas enviados a Haití sólo cuentan desgracias. Obviando que son las crónicas de un país asolado por un terremoto y por la miseria previa al seísmo.
Pero leo el “Diario de Haití” (http://blogs.rtve.es/fransevilla/posts), de Fran Sevilla, y al margen de las desgracias encuentro en sus escritos algo de esperanza, incluso para los que no estamos allí. Y dar esperanza a un pueblo como el haitiano que cuenta con un superávit de fe, pero con un déficit de esperanza me parece indispensable. Y más necesario que el desembarco de miles de marines.
Claro que esto también es discutible, porque yo siempre elijo la pluma en detrimento de la espada. Y prefiero las palabras a las pistolas, aunque sean barras de pan.

martes, 13 de octubre de 2009

Visionarios

El que más y el que menos se ha aventurado a desafiar a las Moiras, y ha exhibido una visión del futuro; aunque ignoro si esa visión tiene su origen en ciertas dotes adivinatorias o son simples manifestaciones del deseo.
El escritor Gore Vidal haciendo alarde de sus dotes adivinatorias o bien exhibiendo un deseo augura el “fin del imperio” en Afganistán, y de paso califica a su país, Estados Unidos, como “una casa de locos que va a acabar con Obama”. Y, simplificando, sitúa las causas del fin en la intelectualidad de Obama y en la corrupción de las personas.
No contaba el escritor con que a los dos días el Comité Nobel Noruego del Parlamento de Noruega (no Suecia) otorgaría el Nobel de la Paz al presidente estadounidense; más por lo que hará que por lo hecho, en un ejercicio de adivinación o de deseo estratosférico.
Cuentan que los emperadores romanos se hacían acompañar de personas que aseguraban ver el futuro en el vuelo o en las vísceras de las aves. Pero no recuerdo que cuenten que alguno de estos adivinos avisara a Julio César de las intenciones de Bruto y los senadores romanos. Como mucho vaticinaban el resultado de una batalla, que en aquella época con el potencial humano y armamentístico romano no supondría siquiera jugársela al 50 por ciento. Y es que los irreductibles galos, con Astérix y Obélix a la cabeza, se limitan a zurrar a las legiones romanas en las páginas del cómic.
Cualquier avezado observador internacional o cualquier analista político se atreverían a predecir sin necesidad de escudriñar a las aves que la decisión del Constitucional italiano de anular la “Ley Alfano”, que permitía la inmunidad del presidente italiano, es el principio del fin de Berlusconi. E incluso podría haber previsto la reacción de il nuovo ducce acusando a jueces, prensa e incluso al jefe del Estado, Giorgio Napolitano, de ser unos “rojos”.
Y sin embargo, tampoco se pude vaticinar que el propio Berlusconi promulgue otra ley de inmunidad para su aprobación e Italia viva su particular Día de la Marmota, para que su presidente gane tiempo y continúe sin pagar su cuenta a la justicia. Eso sí, parece que Fini puede convertirse en el nuevo Bruto.
En España no hace falta bola de cristal, ni lectura de manos o de los posos del té. Aquí, para envidia de los adivinos del Imperio romano, basta con mirar el vuelo de las gaviotas. Y a falta de Bruto, sabemos que contamos con Don Vito Corleone. Aunque puestos a adivinar, me pregunto si alguien es capaz de predecir dónde está el final de la correa.

martes, 7 de julio de 2009

A golpe de infamia

En Zelaya con zeta no hay rastro de poesía. Ni siquiera un verso. Y qué decir de Micheletti, que suena a neumático, a goma que mueve los tanques.
Pienso en el 11 de Septiembre de 1973. En Chile. Veo el asalto al Palacio de la Moneda y distingo la dignidad y la infamia.
En Zelaya con zeta y en Micheletti no aprecio dignidad. Tampoco en una parte de la Iglesia que una vez más, como en Chile, como en España y como en demasiados lugares, cede el palio a los usurpadores.
Los últimos días, tras el ruido de los sables y el sonido de las botas en el pavimento, oigo muchas voces y el ladrido de algún perro. Golpe de estado constitucional frente a golpe de estado militar. Enzarzados en un debate entre lo malo y lo menos malo, mientras la posibilidad de una democracia real en Honduras y en tantos otros países hispanoamericanos se diluye en los libros de historia.
Miramos a Lula y a Obama buscando la luz, pero una vez más las armas nos dejan a oscuras. Y en esa oscuridad, perdemos de vista la esperanza.

miércoles, 28 de enero de 2009

Una patata caliente

Aquí sigo cociéndome como la gallina en el caldo. Ando a la búsqueda de esos nuevos yacimientos de empleo, que son más difíciles de encontrar que una veta de oro en California o en Alaska, en Klondine o en el Yukon. En tiempos de crisis dicen que la gente vuelve al patrón oro; de hecho está volviendo como a una nueva fiebre del oro. Aunque ayer, el gran día, el principio de una nueva era, The Big Hope relucía más que el oro. De hecho, ayer brillaba más el carbón y hoy sigue brillando en las primeras planas del mundo.
Yo huyo. Me abruman estos fastos. De hecho creo que son reminiscencias de los excesos de los monarcas absolutistas de la vieja Europa, que debieron viajar también en el Mayflower. Y realmente me parece un exceso esta exhibición, este despilfarro con el decorado de una crisis mundial y en el país responsable de esta crisis. Da igual. Había que coronar al emperador. Pero a mí sólo me seducen dos emperadores, a la plancha con ajo y perejil y el pequeño gran Napoleón, desde la historia y desde el celuloide. Aún recuerdo la primera vez que ví el napoleón de Abel Gance, en el Bellas Artes, junto al hotel Suecia, ¡que ironía! Francia y Suecia, Bonaparte y Bernardotte, juntos en la trasera del Banco de España. Recuerdo el blanco y negro en su largo metraje y La Marsellesa. No soy de himnos y banderas, pero La Marsellesa ¡oh la lá! que himno, que sueño de libertad.
Pues bien, como decía, huí. Cogí a mis hijos y nos fuimos a ver una exposición de pintura. Mientras el mundo asistía a la toma de posesión del presidente Obama, yo elegí a Zabaleta. Entre Zabama y Obaleta, optamos por el pintor de Quesada.
Zabaleta es un artista jiennense por desgracia aún semidesconocido, exento del reconocimiento pictórico universal que sin duda merece. Contemporáneo entre otros del mismo Picasso, se celebra ahora su centenario con un año de retraso. Cosas del Sur. Era un artista con el pincel y según cuentan, algo peculiar con la brocha. El hombre vivía sólo en su pueblo, con la única compañía de una mujer de edad encargada de las tareas domésticas. Por la noche y tras la cena, el artista pedía a esta mujer que antes de retirarse le sirviese una patata asada, en la que él, ya a solas, guardaba la brocha. Calmando así su apetencia sexual y sin duda, dejando la brocha escaldada.
Ha de ser el destino el que me llevó en la víspera a unir a Obama y Zabaleta, probablemente por que ambos coinciden, a su manera, en la posesión de una patata caliente: el primero, por herencia, y el segundo, por gusto, por mucho gusto.



Nota: la exposición Zabaleta 101 visitará 3 ciudades españolas durante 2009, Almería, Barcelona y Madrid. Abran los ojos y no dejen de verla.