martes, 15 de abril de 2014

Reos de las palabras

Somos reos de lo que decimos y de lo que escribimos. Para bien o para mal. Si bien cuando hablamos puede existir una excusa para haber dicho algo que desde la reflexión y la templanza nunca o rara vez afirmaríamos, en el caso de la escritura no hay tal, escribimos lo que queremos decir. Y aunque lo escrito forme parte de un contexto, éste no varía por lo general su sentido.
Viene esto a cuento de que hace unos días leía la siguiente afirmación: “Los malos poetas y los malos periodistas abusan de las metáforas”. No soy poeta, pero no pude menos que pensar en la literatura española desde Cervantes hasta el Siglo de Oro y por supuesto en generaciones como la del 27. Pensé como ejemplo en Góngora y García Lorca, maestros en el uso de la metáfora en su poesía. Y no me atrevería a afirmar que ambos o uno solo de ellos son malos poetas; aunque exista quien crea que se exceden en el uso de la metáfora y la simbología.
Y también recordé otra aseveración similar respecto a la calidad de lo escrito, en esa ocasión con una alusión al uso de los adjetivos calificativos. Obviando la obra de autores como Azorín, Pío Baroja o Sánchez Ferlosio, cuya prosa tampoco creo sea desdeñable.
Los autores frecuentan los géneros literarios de su agrado y utilizan los elementos que les brinda el lenguaje para crear su propio estilo, aquel que dota a su obra de una impronta propia, y que es evidente no ha de ser del gusto de todos, una apreciación personal que no resta o añade calidad a lo escrito.
Respecto al periodismo, cualquier periodista con formación periodística es conocedor de que las licencias literarias están reservadas a poco géneros periodísticos y que en su quehacer prima la información y los datos contrastados que la sustentan. Aun así hay prestigiosos periodistas, considerados por algunos maestros, que han sabido conjugar ambos aspectos como Mariano José de Larra, Manuel Chaves Nogales, Tom Wolfe o Gay Talese, por citar a algunos.
Lo que me lleva a concluir que la baja o escasa calidad en la escritura tiene más que ver con el uso de tópicos, lugares comunes y frases hechas que con el uso consciente, y por tanto intencionado, de los recursos que la lengua ofrece.
 
“Los malos poetas y los malos periodistas abusan de las metáforas. Como la noche, el corazón de las tinieblas y otros lugares comunes, tan desgastados que apestan. Las palabras gastadas reducen la capacidad de entender la realidad”.
Blog de Alfonso Armada.
 

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