sábado, 26 de abril de 2014

La rosa de Sant Jordi

La rosa de Sant Jordi bien pudiera ser el corazón del dragón. O una lágrima de sangre. La tinta que preña de palabras el libro para darle vida. El florecimiento del verbo frente al fuego y la lanza.
Este año por eso de los caprichos del destino, mientras las rosas rojas honraban la memoria y el legado de Cervantes y Shakespeare, el amarillo se abría paso para sangrar otras rosas en el último viaje del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Y así por un jardín de rosas y letras deambulábamos en busca de ficciones y realidad atrapadas entre las tapas de un libro, a la espera de ser liberadas.
En esta ocasión las labores de búsqueda les han correspondido a los peques. Desconocedores de que serían esas ficciones y realidades las que los liberarían a ellos y les colocarían unas pequeñas alas para ver más allá de las cuatro paredes de su habitación.
Más proclives hoy a montar el corcel y blandir la lanza contra el dragón, han recibido junto a sus libros esa rosa de Sant Jordi,  que contribuye a mantener una hermosa tradición y que les ayudará a comprender algún día que ellos también han florecido con la lectura de cada libro.

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