sábado, 22 de febrero de 2014

75 años de exilio del hombre íntegro

Un año más puede ser mucho o poco tiempo. Pero es indiscutible que la suma de un año más otro acaba siendo demasiado tiempo. Así hemos llegado en 2014 a los 75 y si nadie lo remedia los años venideros alcanzaremos el 76, 77… y cuando contemos 80 volveremos a redondear la efeméride del exilio y muerte del poeta.
Continuará la tumba de Colliure en Francia como destino del peregrinaje de nostálgicos y soñadores y como símbolo del fin de un sistema de gobierno, la República Española, que contempló como los hijos que la sobrevivieron traspasaron las fronteras y como los restos de algunos de los más sobresalientes, Antonio Machado, Manuel Azaña, Luis Cernuda, Ramón J. Sender… reposan en otra tierra.
Yacerá el poeta universal, el hombre bueno, bajo el suelo de un país que le provocaba aversión y continuarán inamovibles los argumentos de detractores y defensores de su retorno, imponiendo un silencio apenas roto por voces de escaso eco.
Quizás sea el tiempo sabio y juegue con nostálgicos y soñadores. Y cuando nostalgia y sueños asemejen una pesadilla retorne el poeta de la mano de otra República como aquella a la que defendió.
O quizás sea el tiempo una losa más pesada que la de la tumba en tierra francesa y continúe sepultando la esperanza de aquellos vencidos, que no derrotados, y sus descendientes de hallar dignidad y justicia.
Siete décadas y media de exilio. Siete décadas y media de pérdidas aún sin recuperar. Prendidos del dolor y la luz de los versos en el bagaje espiritual, pero ligeros en la sabiduría y la existencia de un Juan de Mairena. Y huérfanos del hombre íntegro.



La muerte de Antonio Machado fue "la desaparición dramática de un hombre decente, de un poeta cabalmente vinculado a la propia historia vivida". "Supuso el enaltecimiento de un ejemplo imborrable desde una doble perspectiva humana y política. Machado fue un espejo de los españoles íntegros y su ideario social, su filosofía de la vida, su conducta como defensor de la República, su singularidad dialéctica, perduran como un verdadero paradigma", José Manuel Caballero Bonald (El Cultural, 21 de febrero de 2014).

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