sábado, 11 de enero de 2014

Inventario de nieve

Le pedí una absolución sin penitencia. Y me rubricó una dedicatoria en su último poemario, “Inventario de nieve”, que acababa de presentar.  
Conocí a Manuel Lombardo en 1992, en la parada de un autobús; un mediodía de verano. Estábamos solos en aquella parada. Había terminado una mañana de trabajo en Diario Jaén y me senté en esa superficie dura e incómoda, propia de cualquier parada de autobús, que llaman asiento. Él, que ya estaba allí sentado cuando yo llegué, comenzó a hablarme. Pensé que era un zumbado que se había escapado de Los Prados. Pero cuanto más hablaba, zarandeando la vida, me di cuenta de que lo que decía tenía sentido. Y comprendí que el tarado era yo. Siguió hablando, comenzó a mencionar nombres de personas que yo conocía y al final se presentó. Sabía quién era por mi padre, pero nunca le había visto hasta ese día.   
Unos meses más tarde leí por primera vez un libro suyo de poemas. Y desde entonces sigo leyendo esos versos en los que no sabe o no quiere esconder su ira contra esa gran mentira universal que es la existencia.
Desnuda y viste, para volver a desnudar, el lenguaje. En busca de la palabra precisa; a la que desposee de ornamentos para arrojarla desde la profundidad del poema a la cara y al cerebro de aquellos que se aventuran a sumergirse en sus versos.
Hace algunos años, en la presentación de otro de sus poemarios, “Noemas y nademas” creo recordar, ya advertía de que su poesía no era apta para “degustadores de merengues”.
Yo me atrevería a añadir que los versos de Manuel Lombardo son para gourmets con un enorme aprecio por la vida. Con la excepción, obvia, de este tarado gato de callejón, que frente a los que esperan el fin de la nevada para inventariar la nieve caída midiendo el grosor del manto que cubre el suelo, prefiere contemplar el cielo y hallar palabras en copos que envuelven la nada.

Foto: Manuel Lombardo (a la dcha.), antes de rubricar su dedicatoria. Cortesía de Pepe Heredia.

1 comentario:

  1. Sí, señor!! me hubiera gustado estar ahí viéndole rubricar... así me lo has regalado con tus palabras... un beso

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