Hay quien afirma que sin preguntas, simplemente no hay periodismo. No poder preguntar ayuda desde luego muy poco a informar, pero de ahí a sepultar al periodismo hay un trecho. Siempre habrá periodistas capaces de encontrar alguna respuesta.
Acostumbrados a mirarnos el ombligo e incluso a regodearnos en tal actividad, perdemos la perspectiva sobre el entorno y de repente, como ahora, descubrimos que no sólo nosotros tenemos ombligo, que éste no es tan importante y que los problemas tienden a globalizarse, porque las malas artes se aprenden rápido y los gobernantes están prestos al atajo para evitar dar explicaciones en cámara parlamentaria o ante la intermediaria de la sociedad, la Prensa; aquí o al otro lado del Atlántico.
Queremos preguntar, porque la pregunta es un instrumento imprescindible en el ejercicio de la profesión periodística. Y también queremos preguntar porque sabemos que las preguntas incomodan al poder y que los poderosos que evitan someterse a las preguntas de los periodistas es porque tienen algo que esconder, porque no quieren dar explicaciones.
Preguntemos. En La Pampa o en un lugar de La Mancha. Preguntemos, porque las preguntas y las respuestas nos pertenecen a todos.
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