Los gobiernos siempre tienen el deseo y la intención de silenciar a los periodistas. En los llamados países civilizados lo hacen con presiones desde el ámbito político y el económico y en los países con regímenes totalitarios o donde el Estado apenas es perceptible se utilizan métodos menos refinados, desde el secuestro al asesinato, pasando por la expulsión de los periodistas extranjeros.
Eso es lo que ha ocurrido en Irán con la corresponsal de El País, Ángeles Espinosa. Su trabajo, ya saben contar lo que ocurre allí al margen de la versión oficial, no es del agrado del gobierno iraní y después de las correspondientes trabas administrativas e impedimentos para realizar su trabajo, ha sido “invitada” a abandonar Irán, tras 5 años como corresponsal, en el plazo de dos semanas.
Los guardianes de la revolución no entienden de transparencia informativa, pluralidad u otras ópticas sobre la realidad de su país ajenas a las suyas. Intuyo que la combinación periodista y mujer tampoco será del agrado de estos guardianes y mucho menos si se dedica a entrevistar a opositores al régimen islamista como Ahmad Montazerí, o a defender a Sakineh Ashtianí, condenada a morir lapidada, cuyo hijo y abogado acaban de “desaparecer” (previsiblemente detenidos por las autoridades iraníes) junto a los dos periodistas alemanes que les entrevistaban.
Escribía Antonio Machado, en el semanario reformista Idea Nueva, de Baeza, el 11 de febrero de 1915, que “Sin la Prensa, dada la constitución de las modernas sociedades, nuestra vida languidecería en un privatismo torpe, inmoral, egoísta. La ignorancia de cuanto atañe al interés de todos, consecuencia inmediata de la falta de Prensa, disolvería pronto las naciones en cábilas, las ciudades en tribus. Sólo los partidarios más o menos conscientes, más o menos embozados, de un retroceso a la barbarie pueden ser enemigos del periódico”.
Casi 100 años después, mantienen su vigencia las palabras del poeta. Los partidarios de la barbarie, embozados en el fanatismo religioso, cortan en Irán a Ángeles las alas.
Eso es lo que ha ocurrido en Irán con la corresponsal de El País, Ángeles Espinosa. Su trabajo, ya saben contar lo que ocurre allí al margen de la versión oficial, no es del agrado del gobierno iraní y después de las correspondientes trabas administrativas e impedimentos para realizar su trabajo, ha sido “invitada” a abandonar Irán, tras 5 años como corresponsal, en el plazo de dos semanas.
Los guardianes de la revolución no entienden de transparencia informativa, pluralidad u otras ópticas sobre la realidad de su país ajenas a las suyas. Intuyo que la combinación periodista y mujer tampoco será del agrado de estos guardianes y mucho menos si se dedica a entrevistar a opositores al régimen islamista como Ahmad Montazerí, o a defender a Sakineh Ashtianí, condenada a morir lapidada, cuyo hijo y abogado acaban de “desaparecer” (previsiblemente detenidos por las autoridades iraníes) junto a los dos periodistas alemanes que les entrevistaban.
Escribía Antonio Machado, en el semanario reformista Idea Nueva, de Baeza, el 11 de febrero de 1915, que “Sin la Prensa, dada la constitución de las modernas sociedades, nuestra vida languidecería en un privatismo torpe, inmoral, egoísta. La ignorancia de cuanto atañe al interés de todos, consecuencia inmediata de la falta de Prensa, disolvería pronto las naciones en cábilas, las ciudades en tribus. Sólo los partidarios más o menos conscientes, más o menos embozados, de un retroceso a la barbarie pueden ser enemigos del periódico”.
Casi 100 años después, mantienen su vigencia las palabras del poeta. Los partidarios de la barbarie, embozados en el fanatismo religioso, cortan en Irán a Ángeles las alas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario