martes, 20 de abril de 2010

La oficina de los desheredados

Ayer estuve en la oficina de los desheredados. No es traumático, pero no es agradable. Para mí en realidad es bastante desagradable, porque me pongo de mal humor cada vez que voy. No por ir, ni por ser un desheredado, sino por lo que veo allí.
De hecho, ayer estuve media hora esperando a que abrieran y 5 minutos en el interior. Hacía 3 meses que no iba y han cambiado el horario. Algo que no entiendo muy bien, pero imagino que da igual porque un desheredado dispone de tiempo para esperar; el que sea menester.
Tampoco entiendo el funcionamiento de esta oficina, que en mi caso sirve para poco o para nada (peculiaridades del oficio o de la falta de él). Tiene una máquina que expide números para las posibles gestiones a realizar en la oficina. El problema es que el concepto elegido para definir esas gestiones es tan rebuscado y tan poco claro que la mayoría de los mortales no sabe que tecla pulsar (Es posible que el concepto sea obra del mismo talento que crea esos formularios que casi requieren de un doctorado para rellenarlos).
No se puede acceder a la máquina hasta que abren la oficina, pero eso no impide que a partir de las ocho de la mañana ya haya gente esperando fuera. Hasta las nueve, hora de apertura, sigue llegando gente, solicitando la vez, algo que para mí no tiene sentido, porque cuando abren entran como una manada en estampida y además, como es evidente, las gestiones a realizar son distintas, por lo que es muy probable que muchos de los que llegan más tarde que uno sean atendidos antes.
Por otro lado, tampoco entiendo muy bien las prisas. O son un síntoma de los tiempos que vivimos o la confirmación de la existencia de ese mercado negro laboral, la caja B del empleo. O las dos cosas.
Es curioso, cuando cobras el desempleo, te controlan, te obligan a hacer alguno de esos cursos maravillosos que no te sirven laboralmente, pero, oye, pueden convertirte en un manitas o en un cocinillas. Pero cuando careces del más mínimo ingreso son iguales que los bancos, literalmente te dejan a tu suerte, más bien a la carencia de ella; supongo que con la sana intención de que tomes consciencia de tu condición de desheredado. Para que saborees el desahucio, algo así como no laboras, tanto vales.
El caso es que el diseño y el ambiente de la oficina tampoco ayudan. Digo yo que dado que reciben allí a los desahuciados del sistema, podían diseñar unas instalaciones más acogedoras. Una sala de espera en condiciones, unas indicaciones claras, una dosis de amabilidad del personal y no se, igual hasta una oferta de laboro. Con una clientela de más de 4 millones desheredados, ya podían esmerarse.
En esta ocasión también miré y busqué, pero tampoco pude ver en la cola a Rajoy o a alguno de sus compañeros de partido ofreciendo el Manual del perfecto desheredado o Las 1.001 medidas para crear laboro. Me refiero, como es obvio, a los que ocupan cargos institucionales u orgánicos, no a los ex como Bárcenas, Merino o Matas; que dicho sea de paso, no me los imagino yo en la oficina de los desheredados.

4 comentarios:

  1. Estos son los temas que echo de menos en esos medios de comunicación en los que prescinden de tipos como tú. Una pena...

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  2. Rakel, todo tiene explicación, los plumillas en activo no pisan la oficina de los desheredados.

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  3. Ah, Carlos, y se te ha olvidado comentar si resulta que ese día el funcionario de turno está estreñio, como parece ser que les pasó a mis compañeros, que hasta parece que tenian que pedirle perdón por hacerle trabajar.
    Afortunadamente no todas las oficinas son iguales, por suerte para mi, porque en la que me toca dispusieron que yo no tengo que pasar la ITP cada tres meses como es habitual. En fin, no entiendo nada pero me alegra no tener que hacer cola. Bicos

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  4. Eauphelia, claro que no todas las oficinas son iguales, pero el espíritu si. Un bico.

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