martes, 13 de abril de 2010

Manzanas podridas

En otro tiempo cuando había una manzana podrida en un barril o en un cesto la mano del hombre se limitaba a extraerla y apartarla de las manzanas sanas para evitar que la podredumbre afectara al resto de las manzanas depositadas en ese recipiente.
Hoy los esfuerzos se dedican a mantener mezcladas manzanas podridas y sanas con la finalidad de que no puedan ser distinguidas unas de otras. De modo que todo el barril o el cesto se ven afectados por la podredumbre, sin importar la madera o los mimbres con que ambos habían sido elaborados y por supuesto, la contaminación al resto de los frutos.
Hay barriles y cestos por los que nos tengo más interés que el profesional, pero el grado de podredumbre de las manzanas en ellos depositadas no es ajeno, ni indiferente a mi condición de ciudadano. Máxime cuando se empeñan en ofrecernos e incitarnos a morder algunas de esas manzanas como si no estuvieran podridas o tratando de convencernos de la igualdad o similitud con otros recipientes.
Se usa y abusa de las estrategias del calamar o del ventilador para nublar vista y mente, con el único objetivo de que olvidemos la excelencia de la manzana sana y no nos percatemos de que la podredumbre no sólo está en barriles y cestos, sino en el mismo árbol. Y los árboles enfermos pueden ser tratados y curados, pero la putrefacción de algunos es de tal magnitud, que la única opción es la tala.
Que nadie se engañe, hoy la ingesta de manzanas no implica la expulsión del Paraíso o caer en un sueño profundo a la espera del beso despertador de un príncipe azul. Pero no está de más mantenerse alerta porque hoy en día serpientes y madrastras se disfrazan de políticos, sacerdotes y jueces. Y veneno y podredumbre van de la mano. O en el mismo cesto.

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