martes, 16 de febrero de 2010

La dichosa conexión ADSL

Hay días en los que la conexión a Internet pone a prueba mi paciencia. En esos días me dan ganas de tirar el ordenador por la ventana, de enviarle el router y su conexión ADSL a Telefónica para que hagan con ellos lo que quieran, incluso lo que yo pienso que podrían hacer con ella; a lo que podría añadir alguna otra ocurrente sugerencia.
En días como hoy me siento estafado, me dan igual los supuestos 6 ó 10 megas de que disfruto, pero la velocidad de crucero transformada por gracia de no se qué o quién en paso de tortuga me exaspera.
También en esos días me preguntó dónde están esos representantes de los internautas, a los que nadie ha elegido, para defender los derechos de aquellos que navegamos por la Red. Una denominación, esta última, que ahora comprendo a la perfección, porque me siento como un indefenso pez atrapado en las mallas de estos pescadores de las telecomunicaciones. Esos mismos “telefónicos” que esquilman mi cartera, a la par que ofertan nuevos servicios cuando son incapaces de garantizar el correcto funcionamiento del principal servicio: la dichosa conexión ADSL.
Ya, ya sé que no es eterna la apertura de cualquier web. Pero a mí hoy me lo parece. De igual modo que me parece que libro una lucha titánica contra elementos desconocidos que cargan de cadenas imaginarias mi ordenador y le impiden desenvolverse con una mínima diligencia. Una lucha que pierdo por KO y que sólo podré abandonar cuando el servicio vuelva a la normalidad, gracias a actuaciones ajenas a mi voluntad.
Ayer o anteayer leía que el ministro Sebastián respalda a Telefónica en su planteamiento de cobrar a Google un peaje por utilizar sus redes. Y claro, es inevitable, leer lo del peaje y recordar aquello de las autopistas de la información. Me conformaría con una autovía, incluso con una nacional, porque mi conexión parece un camino de cabras. Aunque atendiendo a la publicidad, alguno pudiera pensar que va a contratar el Halcón Milenario de Han Solo y navegará a la velocidad de la luz; que no se engañe, está más cerca de contratar el Troncomóvil de Pedro Picapiedra.

4 comentarios:

  1. Otra movida donde el flautista toca a su gusto y los pobres ratoncitos bailamos a su antojo.
    Yo tengo la línea contratada con telefónica desde siempre pero la internet la cambio por una oferta nada mas cumplido el tiempo de permanencia. Es un poco incomodo andar cambiando de operador cada tres por cuatro y ha hecho que ahora tenga una bonita colección de ruters, pero es la única manera de no darles tanto a ganar a esos sinvergüenzas.
    En cuanto a lo de la velocidad da lo mismo que contrates 1, 6 ó 20 megas que si lees la letra pequeña del contrato en ninguna te garantizan nada, si acaso, el mega.
    Lo más curioso es que no hay semana en que me llamen de alguna operadora ofreciéndome maravillas. Yo aun estoy alucinando cuando alguien que dijo trabajar para TELEFONICA, con acento melodioso venezolano, me ofreció una bajada de un Giga Hercio a muy buen precio. Aún no se si fue alguien tomándome el pelo o se trataba de una estafa. El caso es que cuando le pedí su número de teléfono (normalmente la llamada la realizan con número oculto) para llamarles cuando me enterara en Internet de semejante ofertón, se disculparon amablemente para no dármelo, quedando ellos en llamarme pasados unos días. Aun estoy esperando.
    Bicos.

    PD: Carlos, no te desquites con el ordenador tirándolo por la ventana. El no tiene culpa y si le das a alguien en la cabeza, puede ser peor el remedio que la enfermedad ;)

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  2. Eauphelia, te encuentro a deshoras y eso me gusta. Aunque no se si es una buena noticia o la confirmación de que te han aplicado el ERE. Muy acertada la referencia al flautista y a los ratones.
    No tenía intención de tirar el ordenador, está viejo, pero él nunca me engañó, me sigue ofreciendo lo mismo que cuando lo compré, salvo el lector de DVD que ha pasado a mejor vida. Un beso.

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  3. Pues sí, estoy en el maldito ERE; reducción a media jornada durante un año pero aun así, con el porvenir cien por ciento incierto al no ver miras y no saber como acabará todo esto.
    Independientemente de estar a deshoras, es que hoy es festivo en esta ciudad en la que habito, ya sabes, por los afamados carnavales que por esta zona tienen tanta tradición, no sé que hacer con mis tardes salvo reciclarme en cursos y escribir mis historias en el blog.
    Es curioso, Carlos, siempre he deseado tener tiempo libre para dedicarlo a mis cosas y ahora que dispongo de todas las tardes no sé que hacer con él. Bueno, solo llevo dos semanas y espero que la cosa cambie o de lo contrario ya me veo dando leches por las esquinas... o cabezazos contra todas las paredes.

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  4. Eauphelia, lo lamento, el presente y lo incierto del futuro. Al principio supongo que no sabemos qué hacer con el tiempo, por la falta de costumbre. Tampoco el tiempo acompaña. Date eso, tiempo. Yo ahora estoy navegando y oyendo a la Orquesta Nacional del Barbés. Fuera hace un día horroroso (quizás porque ya ha caído demasiada agua para mí), mi futuro más que incierto, que también, es impredecible, pero oigo a la ONB y me gusta. No es un sustitutivo de nada, pero disfruto de pequeñas cosas en breves momentos. Claro, que luego cuando se despierten los peques, ellos capitalizan el tiempo. Para mí quedan las mañanas y algún momento de las tardes. Anímate, lo de las leches y los cabezazos es una opción, pero tu vales más que eso. Un beso.

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