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jueves, 29 de diciembre de 2011

2012

La tempestad no amaina. Anuncia aguaceros en las lunas venideras. El horizonte de 365 nuevos días se ennegrece. Y hasta las palabras parecen frágiles como refugio. Las mismas palabras dormidas en el interior del baúl, que ni embriagan, ni adormecen, pero servían de asidero contra la desesperanza y permitían tender puentes entre islas pobladas por la soledad, se muestran ahora como oscuras nubes: reajustes, recortes...
Y aún así, permanece el sueño de contemplar el arco iris tras la tormenta. De pintar con palabras, algunas que podrían parecer viejas y gastadas pero no por ello inservibles, ese arco iris, que no deja de ser un puente de colores.
No hay bola de cristal para despejar la incertidumbre, ni telescopio lo suficientemente potente para contemplar ese arco iris que espera tras la tormenta, pero siempre queda un caleidoscopio, en el que se fragmentan los sueños para construir con esos fragmentos un mosaico de nuevos sueños.
Palabras y sueños. Quizás parezcan insignificantes ante esos aguaceros que se anuncian, pero son buenos pilares para sustentar el presente y perfilar el futuro de ese año que amanece. Y los mejores deseos para aquellos que intuyen el arco iris tras la tormenta.

sábado, 3 de octubre de 2009

El aguacero

Me gusta la lluvia cuando es eso, agua de lluvia y no un rugido y un golpe de la naturaleza. El jueves por la mañana llovía en Baeza. Salí un momento a la calle y disfruté de esa lluvia, fina, poco densa. Un agua que no molesta, que moja pero no empapa.
He sentido con agrado el agua caer, humedeciéndome el pelo y la cara. Y he recordado ese dicho, también de mi agrado, de calar como la lluvia fina. Gota a gota. Con suavidad. Así se entendieron alguna vez la educación y la enseñanza, como un goteo de conocimientos que casi como la lluvia nos mojaba. Nos calaba sin que nos opusiéramos, sin apenas darnos cuenta.
Hoy, a pesar de que ha salido el sol, en algunos lugares continúa lloviendo. Diría que a mares. Algunos no quieren admitir que están empapados, chorreando, y prefieren disimular y esperar a que escampe. Otros buscan desesperadamente un paraguas, un resquicio donde guarecerse, sin entender que la lluvia continuará cayendo sobre sus cabezas.
En Levante arrecia el temporal, ha llegado hasta la costa y amenaza con inundar ramblas y rúas. Las nubes, con amenaza de agua, han llegado a Cuenca y a Madrid y comienzan a inquietar en Galicia y Andalucía.
Si, hoy luce el sol; pero ni eso debería impedirnos ver el aguacero.