sábado, 3 de octubre de 2009

El aguacero

Me gusta la lluvia cuando es eso, agua de lluvia y no un rugido y un golpe de la naturaleza. El jueves por la mañana llovía en Baeza. Salí un momento a la calle y disfruté de esa lluvia, fina, poco densa. Un agua que no molesta, que moja pero no empapa.
He sentido con agrado el agua caer, humedeciéndome el pelo y la cara. Y he recordado ese dicho, también de mi agrado, de calar como la lluvia fina. Gota a gota. Con suavidad. Así se entendieron alguna vez la educación y la enseñanza, como un goteo de conocimientos que casi como la lluvia nos mojaba. Nos calaba sin que nos opusiéramos, sin apenas darnos cuenta.
Hoy, a pesar de que ha salido el sol, en algunos lugares continúa lloviendo. Diría que a mares. Algunos no quieren admitir que están empapados, chorreando, y prefieren disimular y esperar a que escampe. Otros buscan desesperadamente un paraguas, un resquicio donde guarecerse, sin entender que la lluvia continuará cayendo sobre sus cabezas.
En Levante arrecia el temporal, ha llegado hasta la costa y amenaza con inundar ramblas y rúas. Las nubes, con amenaza de agua, han llegado a Cuenca y a Madrid y comienzan a inquietar en Galicia y Andalucía.
Si, hoy luce el sol; pero ni eso debería impedirnos ver el aguacero.

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