lunes, 6 de junio de 2016

La línea divisoria

Dónde está la delgada línea que separa el abismo de la tierra firme. Cuántos habrá que no hayan sentido nunca la necesidad de suspenderse en el aire, vencerse al impulso de saltar en pos de una libertad que no es en muchas ocasiones más que un minuto de calma. 
Qué envidia causa el equilibrista capaz de mantenerse sobre los acordes de la guitarra mientras suena un rock. El mismo equilibrista que flota sobre la espuma de una cerveza sin fin, ajeno al temor de que la copa sea como una bañera a la que basta con quitar el tapón para ser absorbido por el remolino. 
Es la imperfección del ser humano frente a la máquina, incapaz de hallar el interruptor de la pausa. El botón del respiro. 
No hay red para los que fracasan en la búsqueda de la luz. Y las sombras siempre acechan. Basta con estirar el brazo, alargar la mano, dejar caer la toalla y ya no hay cuenta atrás. Ya no hay que volver a besar la lona, ya poco importa levantarse o permanecer tumbado. No hay que apretar los dientes, ni siquiera para fingir una sonrisa o una mueca indescifrable. 
Simplemente no hay. Ya no hay. Y aún así, incluso en la oscuridad es tan fácil enredarse sin red. Perder el equilibrio y flotar. Sin lograr descifrar dónde demonios estaba la delgada línea que separaba el abismo de la tierra firme.

1 comentario:

  1. Será mejor que aprendas a vivir sobre la línea divisoria que va del tedio a la razón....Sabina dixit. Besos. Silvia.

    ResponderEliminar