jueves, 3 de diciembre de 2015

El nudo de la pajarita

Una de las cosas que no me enseñó mi padre fue a hacerme el nudo de la pajarita. Le pedí que lo hiciera y me dijo que lo haría. Pero lo fuimos posponiendo hasta que ya fue demasiado tarde. No aprendí. Así que conservo una, solo una, de sus pajaritas; que vive colgada de una percha ante mi incapacidad e ignorancia para anudarla al cuello.
Ahora parece algo sin importancia porque la mayoría de las pajaritas son de click y vienen con el nudo hecho. Como aquellas corbatas con la tira de goma que en el colegio parecían la solución definitiva y que yo evitaba renunciando a la camisa y optando por un jersey de cuello de cisne. 
Pero han de creerme, no es lo mismo. Ya sé que muchos dirán que da igual porque no se ve. Y ahí reside el error, no se trata de que se vea o de que no se note. Ni siquiera de que la mayoría de la gente sea incapaz de distinguir un nudo de pajarita o de corbata anudado a mano del que viene anudado de fábrica. 
La cuestión es que yo lo sé. Las cosas son mucho más simples de lo que creemos o queremos creer. Se trata de eso, de que uno lo sepa y por tanto elija lo que quiere llevar. Sin importarle que el de enfrente distinga la pajarita con el lazo anudado a mano de la que viene anudada de fábrica. Y yo, probablemente por capricho, prefiero la anudada a mano. Aunque solo sea por desanudarla. 
Sí me enseño a llevar gorra y sombrero. Por separado, obviamente. Nunca entendí porque las pajaritas, las gorras y los sombreros dejaron de usarse mayoritariamente y se convirtieron en accesorios de niños o de ancianos. Cosa seria. Quizás por eso me alegro de que la moda, a pesar de su condición voluble y efímera, nos los haya devuelto. 
Las gorras y los sombreros tienen una función determinada. Salvaguardar la azotea, tanto el contenido como el continente. Protegerla del frío y del sol, especialmente aquellas despobladas de cabello, pero sin olvidar a aquellas otras de abundante melena. Y en esa labor adquiere capital importancia evitar el achicharramiento o congelación de las neuronas, sobre todo en aquellos casos en que la escasez neuronal es sintomática. Y sí, soy consciente de que en estos casos la gorra o el sombrero son probablemente insuficientes y lo más adecuado sea llevar casco o chichonera. Por protección, porque la regeneración está descartada. Y porque la lobotomía, que también fue una cuestión de moda, es antiestética. 
No se apuren, siempre nos quedarán las pajaritas y los sombreros de papel. 

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