sábado, 19 de marzo de 2016

Maniobra de resurrección

Tras 20 años de espera, de una espera que no sabíamos siquiera que era una espera y por tanto dejaba cerrada la puerta de la desesperación, hoy es el día. 
Era otro tiempo. Incluso otro siglo. Pero aquí estamos. Seguimos. Resucitamos. Creíamos sin tener fe. Soñábamos, siempre. Vivimos; con lo que nos dejamos atrás, con lo que nos da el día a día y con lo que nos trae el mañana. 
Hoy tengo la ilusión de un niño. La excitación y los nervios que provocan descontar las horas mientras se bordea la impaciencia. Son varios meses descontando y eso son muchas horas y minutos. 
No soy santo, nunca lo fuimos ni quisimos serlo. Y tampoco soy Pepe, Pepito, José o Don José; ni siquiera Joselito. Y sí, soy padre; por lo que mi mejor regalo fue cuando nacieron los piratas y no necesito de días como éste para recordar o saber lo que soy. 
Es más, hoy el regalo lo hago yo. Bueno, yo pongo los boletos, el regalo espero que nos lo hagan los 'Cero'. En este preámbulo de la Semana de la Pasión, descreído como soy, aspiro a ser testigo de esa maniobra de resurrección. En tierra de olivos, sin más cielos que ese color de vino y desde mi propia Torre de la Vela. 
20 años más tarde ya no nos maqueamos para ir a un concierto. No renunciamos del todo a la estética, pero preferimos buscar un espacio en la ética; incluso en esa de las cosas pequeñas, esas que a veces sin darnos cuenta, desde nuestra inconsciencia, mutan en algo más grande. 
2016 será lo que tenga que ser, pero para algunos, dos décadas después, será ya para siempre el año en el que regresaron 091. Por un instante, por un momento, daremos cuerda hacia atrás al reloj y puede que hasta seamos capaces de reconocernos. Moviendo los pies y las caderas, con la sangre hirviendo y aquel brillo sin fragmentar en la mirada.

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