Hay
quien cuando le abandona el sueño o cuando conciliarlo es una lucha desecha
contar ovejas o dar vueltas en la cama y busca palabras para hilar versos. Inventa
rimas de vigilia o asonancias en duermevela, cuya vigencia no va más allá del
capricho del sueño a tornar.
Poemas
esbozados en mitad de la noche cuando el tiempo parece detenido, que no serán
recordados, como muchos sueños, porque no subsisten al alba. Hijos del
desvelo, apenas les sobrevivirá una estrofa o un verso. Quizás ni eso. Y aún
así, al ser concebidos emborronan el espacio y manchan intangibles cuartillas.
Los
poetas de la vigilia buscan las palabras en la oscuridad, de modo que al
hallarlas es como si vieran la luz; hurtada al iniciar una nueva búsqueda que
les devuelve a las tinieblas. Avanzan y retroceden, de la oscuridad a la luz,
reconociéndose en un claroscuro que les revela su naturaleza efímera.
A
veces, a través de la ventana entreabierta se filtra el resplandor de la luna y
eso les basta para postergar el sueño y continuar enhebrando pluma y palabras
en el papel.
El
despertador les trae las cenizas del poema y les devuelve al quehacer diario. Y
es durante el día, cuando despiertos sueñan con escribir. Imaginan los versos
de un poema rasgando la noche, que no esté condenado a morir.
Impresionante.
ResponderEliminarUn beso.