martes, 10 de julio de 2012

La casa de Bernarda Alba


Volver a los clásicos siempre es una apuesta segura. De modo que en estos tiempos convulsos retornar a García Lorca es en cierta medida una garantía de fortaleza. Aunque claro, ese regreso varía si se trata de la lectura de su poesía o su teatro y por supuesto de si hablamos de la representación teatral de una de sus obras. Y ese es el caso, no otro.
UNIAescenaBaeza me ha brindado la oportunidad de reencontrar a Lorca a través de La casa de Bernarda Alba y de la compañía Alquibla Teatro. Conocido el texto y por tanto, el desarrollo y el desenlace del drama lorquiano, sólo quedaba entregarse a la puesta en escena y a la interpretación de las actrices sobre las tablas del teatro. Cabe añadir que tan solo en una ocasión había visto esta pieza teatral representada, con un reconocido elenco, pero en televisión y en blanco y negro. De modo que casi podría decirse que la contemplaba si no con ojos nuevos, si con algo de la excitante curiosidad de toda primera vez. Excitación y curiosidad que quedaron colmadas con creces.
Alquibla es el punto del horizonte donde los musulmanes dirigen la mirada al rezar. Y la propia compañía teatral que toma de aquí su nombre destaca su inequívoca influencia mediterránea, tanto en repertorio como en su buen hacer. Lorca y su Bernarda Alba contribuyen a la reafirmación de esa mediterraneidad.
Y es nuestra condición de pueblo mediterráneo, tan denostado por los bárbaros del centro y del norte en estos tiempos, lo que nos hace mirar al horizonte desde la orilla del mar, para buscar ese punto que nos sirve de referencia, pero también, y esto es algo que los bárbaros no logran comprender, para el simple deleite.
Cuentan que la crisis ha devuelto al público a los teatros y que ahora en España se representan más obras que hace unos años. Quizás no sea más que una forma de evadirse de la realidad o quizás responda a la búsqueda de cobijo en un lugar que hallamos certezas; un espacio en el que nos reconocemos con nuestros valores y nuestras miserias y en el que se refleja ese carácter tan nuestro, mitad Poncia, mitad Bernarda.
La realidad y el carácter que supo recoger Lorca en obras y personajes, en los que aparecemos retratados no sólo cuando se levanta el telón, sino cuando abandonamos el teatro.

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