martes, 14 de septiembre de 2010

Gratis total

Tengo un amigo con mando en plaza que entona el mea culpa, porque a su entender, que comparto, las instituciones han cometido el error de acostumbrar al respetable al gratis total. Aboga por cobrar un precio simbólico, una cantidad mínima que actúe como elemento disuasorio para alejar a aquellos que piensan que la gratuidad conlleva también el derecho a la falta de respeto, el pataleo y el portazo.

La otra noche asistí a un espectáculo de danza “(espérame despierto)”, durante el cual una parte del público, que había accedido al teatro gratis como todos los presentes, mostrando una desconsideración absoluta hacia los dos bailarines, chico y chica, que se deslizaban por el escenario y hacia el resto del público, abandonó la sala trotando como bestias y dando portazos como auténticos energúmenos. Desgraciadamente no es la primera vez que asisto a una demostración de civismo de esta naturaleza.

Reconozco que no me apasiona la danza, pero ese es un hecho secundario, ya que asistir a un espectáculo donde el comportamiento de una parte del público causa bochorno y vergüenza relega al espectáculo a un segundo plano y devalúa el tiempo dedicado al ocio.

Soy consciente de que el gratis total cuenta con una legión de adeptos en las sociedades occidentales actuales; en especial, entre los más jóvenes; aunque no fueran precisamente éstos los protagonistas del lamentable comportamiento del que fui testigo en el teatro. Comprendo la tentación que supone no tener que pagar y lo fácil que es habituarse a ello.

Sin embargo, y reconociendo también el derecho del público a expresar su aprobación o rechazo hacia cualquier expresión artística, tengo la creencia de que las muestras de desaprobación son menores cuando se ha pagado una entrada y que además, en caso de producirse, se realizan al finalizar la función.

6 comentarios:

  1. La buena educación. A veces somos de un triste que da noxo.
    Un bico.

    ResponderEliminar
  2. Eauphelia, ya sabes que los gatos de callejón tenemos una tendencia natural a la melancolía. Un bico.

    ResponderEliminar
  3. Es como cuando regalan algun tipo de tapa en una fiesta popular, la gente hace cola desde muy temprano y no permite que nadie se cuele y encima sale de la cola algunos hasta con un tapper, y los hay que despues de comer la tercera ración le ponen pegas a la comida, el colmo. Un beso de canela.

    ResponderEliminar
  4. La gratuidad provoca desvaríos. Un gato no está acostumbrado a los besos de canela, pero suena bien. Gracias, un beso.

    ResponderEliminar
  5. Tienes mala memoria gato, hace casi un año fuiste tu quien me los envió,jejeje. En la comunidad en el post dedicado a los enfermos mentales, te acuerdas?

    ResponderEliminar
  6. No, la verdad es que no lo recordaba. Pero me ha sabido mejor el recibido que el dado. Un beso.

    ResponderEliminar