miércoles, 3 de febrero de 2010

El legado del poeta

Visor ha editado la obra completa de José Hierro. Un volumen de unas 700 páginas al precio de 40 euros. Al conocer la noticia no tardé mucho en acercarme a una librería para verlo. No fue posible, el libro todavía no ha llegado a la ciudad que habito. Me dicen que está en fase de distribución, lo que más o menos se traduce en que su llegada está cercana, aunque la demora de la misma no se pueda cuantificar. En resumen, que debo esperar.
Quería ver el libro, la edición, la encuadernación, el orden de publicación…Y sobre todo, quería tenerlo en mis manos. Quería sentirlo. Ser consciente del privilegio que supone tener una obra así en las manos y también ser consciente de que a pesar de las dimensiones del libro, por muy pequeño que sea, uno es más pequeño e insignificante.
Unas obras completas como éstas encierran en sus páginas la vida de su autor. En ellas están la carne y la sangre del poeta, la maestría alcanzada a través del aprendizaje y el propio recorrido vital con lo que ello encierra: amargura, angustia, desazón, tristeza, injusticia, persecución, encarcelamiento, marginación, derrota, desamor, pérdida, ausencia, desolación, desencanto, sufrimiento, soledad, alegría, esperanza, gozo, amistad, amor, triunfo, libertad, afecto, respeto, tolerancia, honestidad, reencuentro, coherencia, lucidez, compromiso…
Este libro es el testimonio de una vida, el legado del poeta. Y cualquiera de nosotros es el afortunado heredero.
Puede parecer una herencia insuficiente, en especial para aquellos que entiendan ésta como algo tangible y contable. Pero en tiempos en los que deambulamos huérfanos de referentes, en cualquier tiempo, es un error renunciar a la voz de los poetas. La poesía de Hierro siempre tiene sentido, y nos da cobijo. Así que sus obras completas, sus versos, son además de una guía para mantener el rumbo, un hermoso lugar donde guarecernos.

2 comentarios:

  1. Me gusta lo poco que he leido de él en internet.
    Ya me emocionó cuando un gato me lo descubrió.
    Y ahora, a la espera de descubrir ese tesoro, que aseguro me descubrirá mucho bueno y eso que una con la poesía todavía tiene el oido muy rudo.
    Unha aperta.

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  2. Sí, a veces la poesía necesita agudizar el oído. Esta mañana estaba leyendo algo de una antología de Alberti, en especial de Marinero en tierra, y al margen del oído, puedo asegurarte que disfrutaba también con lo que veía. Espero que disfrutes de Hierro. Un beso.

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