jueves, 2 de abril de 2009

Capucha y mantel

Mis hijos trajeron ayer del colegio la silueta de un nazareno, recortada en papel, pintada por ellos y con sus respectivos nombres. Como no saben lo que es un nazareno uno de ellos decidió que era un hombre con capucha, mantel y una vela. Yo le expliqué que era un nazareno y él me respondió que un nazareno, con capucha y mantel. Así que lo de la túnica lo dejé para mejor momento, ya que para él seguía siendo un mantel.
Van a un colegio público, tan denostado en otros lares, y es a ello a lo que debo, imagino, que los nazarenos no portaran también un lazo blanco, es decir, la ausencia de adoctrinamiento. Yo lo agradezco, porque entiendo que al colegio deben ir a aprender y a convivir con otros peques y que la educación y el adoctrinamiento deben quedar en casa. Aunque si me apuran yo intentaré ahondar en lo de la educación, de forma que no necesiten ser adoctrinados ni por sus padres ni por nadie. Se que es tarea ardua, pero al menos mi santa y yo lo intentaremos.
Son pequeños, sólo 3 años, pero al vivir en el Sur ya han visto procesiones. El año pasado se asustaron cuando vieron a los nazarenos, pero no pudieron escapar al influjo de cornetas y tambores, de modo que para ellos las procesiones son tambores y trompetas; y me temo que, al menos para uno, cuando vea este año a los nazarenos, serán hombres con capucha y mantel.
Apenas saben lo que son las vacaciones, pero ya tienen muy claro que los sábados y los domingos no hay cole, o sea que lo de la Semana Santa aún les viene grande. No importa. Ya tendrán tiempo de conocer lo que es y lo que representa. La tradición, el componente religioso, el artístico... Eso sí, espero que sean más prudentes, más sensatos y también más sabios que los representantes de algunas hermandades y cofradías andaluzas. Espero que conozcan su tierra lo suficiente para saber que la Semana Santa, las hermandades y las cofradías reúnen a gente de cualquier credo y condición, a creyentes y paganos, a residentes y visitantes, y que en estas fechas conviven el recogimiento con el júbilo y la devoción con la algarabía.
A última hora ha atisbado la sabiduría y parece que, al menos mayoritariamente, las procesiones en Andalucía no dejarán de ser procesiones, pese al intento de algunos de convertirlas en otra cosa.
Menos mal, porque si no imagínense el espectáculo, por un lado nazarenos con lazo blanco y por otro, nazarenos con una pegatina de salvemos al lince. ¿Y qué hacemos con los soldados romanos?

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