miércoles, 16 de octubre de 2024

El principio del mar

Levantó una piedra esperando encontrar el principio del mar y sólo encontró un montón de tierra oscura. Ni siquiera un resquicio por el que soñar. Tampoco halló una vía de escape para la inmundicia diaria. Así que imaginó que los cimientos de la infamia son sólidos y que están asentados con firmeza desde tiempos inmemoriales.
Era innegable que lo que más repugna habita entre nosotros, que se aferró con raíces profundas y fuertes; probablemente, al principio con lentitud, con la pausa del disimulo, mostrando su cara más inofensiva, y después, ya sin disimulos, edificó su templo en el centro de nuestras vidas para desde allí imponerse.
De igual manera era innegable que la única opción era resistir. Seguir mirando bajo las piedras con la esperanza intacta y con la convicción de que todo templo puede derrumbarse por causas naturales o por la acción humana.
Pero nadie le dijo que el tiempo juega en contra y que el viento rara vez sopla a favor. Nadie le habló de los palos en las ruedas ni de los puentes caídos. Y mucho menos de que la mayor parte del camino la recorrería en soledad. Tampoco que las mentiras y las medias verdades tienen más crédito que un puñado de sinceras palabras. O que hasta el espejo deforma la realidad.
Siendo incapaz de hallar el principio del mar qué debería hacer para vislumbrar el final. ¿Sería una utopía o realmente podría hallar un salmón remontando el asfalto de la ciudad?

 

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