sábado, 9 de junio de 2018

Roedores

Con las ratas pasa como con la pobreza, no nos molestan mientras no las veamos. Sabemos que ambas existen, pero mientras las soporten otros nos es indiferente. 
Las alarmas saltan cuando campan por el centro de la ciudad. Mientras lo hagan en el casco histórico y los barrios de las faldas del castillo lo justificamos y culpamos a los habitantes de esa zona. Como si esos vecinos quisieran habitar en infraviviendas, vivir en calles donde literalmente las casas se desploman y tener a los roedores como animales de compañía. Y como si la falta de inversiones, el olvido de las administraciones y la desidia de los gobernantes no tuvieran que ver con ese abandono sistémico de una parte de la ciudad a la que también se le exige pero con la que no se cumple. 
Los vecinos de algunos barrios como San Juan han dicho ¡basta ya! Han salido a la calle para que se les escuche y para que lleguen soluciones. Piden compromiso y por supuesto, inversiones. Creo que esta vez no les van a contentar con promesas que luego se lleva el viento de Jaén y también creo que se les sumarán vecinos de los barrios más próximos. La gente se cansa y ha descubierto que no hay dique que pare estas mareas ciudadanas cuando no esconden intereses espurios. 
Yo no lo puedo evitar, me dan mucho asco las ratas; pero a la vez siento curiosidad por esos roedores que acompañan al hombre desde el principio de los tiempos y que siempre han habitado junto a nosotros. Ratas, serpientes y humanos. Quizás en el fondo sean una metáfora de nuestra propia existencia como sociedad. 
Ahora que las ratas han tomado el centro de la ciudad, entiendo que los vecinos pongan el grito en el cielo. Estábamos tan ensimismados con el pádel y la imagen de la Catedral abriéndose al mundo, con el recuento de los euros que el evento nos ha dejado, con un posible retorno el próximo año y ¡zas! se nos ha caído el cántaro y ha acudido la realidad en forma de roedores. 
El Ayuntamiento ha respondido presto, ha sacado el recetario y ha multado a varios locales, comercios, bares y restaurantes de la zona centro a los que responsabiliza de no arrojar la basura en los contenedores y de conducta incívica. 
Nada que objetar. Para mantener la ciudad limpia deben cumplirse dos premisas, que los ciudadanos ensucien poco y que los servicios municipales limpien lo necesario. 
Este domingo creo que no se cumplieron en el centro de Jaén ninguna de las dos y el resultado es sabido. Basura y ratas. Por favor, ahórrennos el espectáculo y la plaga. Ya tenemos bastante con las andanzas diarias de las ratas de dos patas.

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 7 junio de 2018.

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