miércoles, 8 de febrero de 2017

La resurrección de Pepe Carvalho y Ricardo Méndez

Me parecía difícil, de hecho me lo sigue pareciendo, superar el año de resurrección que ha supuesto 2016 con la vuelta de Pistones y sobre todo, con la de 091. 
Pero a lo que se ve nadie está exento de regresar de entre los muertos, al menos mientras la muerte no sea real. Y este 2017 anuncia nuevas resurrecciones, en esta ocasión en el ámbito literario y más concretamente en la novela negra, tan denostada por Juan Marsé.
Aunque ni Manuel Vázquez Montalbán ni Francisco González Ledesma pueden, que sepamos, resucitar, lo harán sus criaturas Pepe Carvalho y Ricardo Méndez; un detective y un policía muy barceloneses, pese a que el primero sea gallego.
El resucitador de Carvalho será el escritor Carlos Zanón y la resucitadora de Méndez, Vicky González, la hija de González Ledesma, que ya ayudara a su padre a terminar su última novela “Peores maneras de morir”, hasta la fecha la última protagonizada por el inspector Méndez. 
La idea ha sido, como no, de la editorial y cuenta con el beneplácito de las familias de ambos escritores. No es la primera vez y tampoco será la última que asistamos a la resurrección de personajes de novela o de cómic, tanto en la literatura como en el cine, tras la muerte de sus creadores. 
No dudo de la capacidad narrativa de Zanón y González y de que puedan llevar a buen puerto nuevas aventuras del detective y el policía; pero, ya saben, los peros, no será lo mismo. 
Carvalho no solo era una creación de Vázquez Montalbán, sino que además y como tal tenía cosas del propio autor, vivencias, actitudes, gustos, manías…., de igual modo que Méndez respiraba el mismo aire que González Ledesma. Como lo hacen el comisario Montalbano con Andrea Camilleri, el comisario Jaritos con Petros Márkaris, Daniel Hernández con Rodolfo Walsh o el más reciente profesor Sepúlveda con Javier Valenzuela. 
Nadie podrá darle a Carvalho o a Méndez la credibilidad y el aroma de aquella España y esa Barcelona que ya son pasado y que hoy conservan para bien y mal su esencia pero cuyo envoltorio ya no es el mismo. Puede ser el mismo pescado podrido, pero ya no se vende envuelto en la hoja de un periódico. Sigue habiendo desheredados, personas desubicadas y errantes ¿cuántos de ellos serán como Biscúter? Ni siquiera La Boquería es ya La Boquería. 
Afirma sobre el particular el escritor Antonio Muñoz Molina en su web que “no pongo en duda las cualidades del escritor al que le han encargado el trabajo, pero sí su buen juicio al aceptarlo, y más todavía el de los herederos. Pepe Carvalho no es una franquicia: es una presencia irrepetible en la literatura. Para que vuelva a existir no hace falta que nadie usurpe a su autor aprovechando que está muerto y le dedique una novela. Basta con leer las novelas que le dedicó su autor”. 
En otro ámbito, el del arte (no quiero decir evidentemente que la literatura no sea un arte), afirma el profesor de Historia del arte y experto en vanguardias históricas Jaime Brihuega ("Babelia". Sábado, 4 de febrero de 2017) que “El arte debería abandonar su última y pomposa condición de institucionalizado parque temático de una modernidad-espectáculo gobernada por el mercado, y tendría que recuperar la de instrumento para una transitividad de la poesía, que nos permita seguir atraídos por horizonte de disfrute. Decía el añorado Ángel González, que en tumulto descanse (porque es ahí donde le gustaría estar), que el arte es libertad y gozo, o no es”. 
Pues eso, huyamos de franquicias y del gobierno del mercado. Gocemos

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