jueves, 5 de mayo de 2016

El disfraz de la serpiente

El huevo de la serpiente anida entre nosotros. Y pocas veces se muestra la víbora abiertamente, prefiere emboscarse en las sombras, en la apariencia y el engaño. Y es nuestra obligación desenmascararla, acabar con ella y destruir el nido. 
La tibieza en la condena, la justificación de sus actos o el mirar hacia otro lado nos convierte en sus cómplices. Y no tenemos coartada para ese proceder.
Hace unos días la serpiente usaba uno de esos artificios tan de su gusto para inocular su veneno. Las pintadas de unos vándalos en la Cruz del Castillo servían de excusa para que un grupo de ciudadanos acometiera su limpieza, supuestamente por compromiso y altruismo; recibiendo el aplauso de algunos vecinos de Jaén, que además aprovechaban el hecho para arremeter contra el ayuntamiento (que debía haberse ocupado de limpiar las pintadas). 
La realidad es que el único fin de la víbora es emponzoñar. Buscar cualquier resquicio para sembrar la semilla del odio y la división. Ya sea la crisis económica, la inmigración, el deporte, la religión… o el patrimonio monumental. Y sobre todo, la ignorancia. 
Preservar el patrimonio está muy bien, pero de nada o de poco sirve si ello implica la renuncia a conservar y defender valores como la justicia, la tolerancia, la igualdad, la libertad… sobre los que se asienta la convivencia. 
Es nuestra obligación dejar a nuestros hijos y a los que nos preceden un patrimonio monumental y natural que les ayude a entender y conocer de dónde venimos, pero ese legado carece de importancia si no está asentado sobre cimientos fuertes e inalterables, valores que no solo les permitan saber donde erramos sino, y esto es lo fundamental, que les ayuden a construir un mañana mejor. Empezando por el presente. 
Amo las piedras. Las siento y las escucho. Respeto lo que representan de historia, arte y tradición, pero no dudaría en utilizarlas para aplastar la cabeza de la serpiente. 
Espero que no tengamos que llegar a eso. Basta con quitarle el disfraz, sacarla de su escondite y denunciarla. Se llame como se llame y se presente bajo una forma u otra. No valen las medias tintas. 
No nos engañemos, hoy como Iberia Cruor, asociación patriota, y mañana... a saber, no traerá un nuevo amanecer y tampoco tiene nada bueno que ofrecer. 
Esta ciudad siempre ha sido, es y debe ser de lagartos. Nunca de serpientes.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 4 de mayo de 2016.

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