jueves, 14 de enero de 2016

Salvajes

En esta ocasión ha sido en el Megatín. Pero ya ocurrió lo mismo en Jabalcuz o en la Mella. Y mañana puede repetirse en el Cerro de Santa Catalina, en la Cañada de las Hazadillas o en las Peñas de Castro.
Hay que tener muy mala baba para sembrar con trampas para corredores, ciclistas y senderistas los montes y parajes cercanos a Jaén, donde se realizan actividades deportivas y lúdicas.
Algunos dirán que están en su derecho. Y habrá quién les aplauda. Pero no es de recibo colocar maderas con clavos y cables de acero cruzados a media altura para, en teoría, salvaguardar la caza.
Hasta ahora solo han sido accidentes, pero qué pasará si la cosa va a más y alguien se desangra o se parte la crisma. ¿Nos llevaremos las manos a la cabeza y gritaremos que son unos malnacidos?
¿Entonará alguno el mea culpa y llorará por las esquinas que no quería hacerlo, que su intención no era hacer daño? ¡Como si los clavos fueran de mantequilla y los cables de acero, tiras de papel!
Quien actúa así es un salvaje. Y quien le aplaude o le ríe la gracia es cómplice de tamaña salvajada. Y es obligación y responsabilidad de todos colaborar para acabar con estas prácticas bárbaras y si es posible, que los “tramperos” se vean ante la justicia.
Si alguno de los espacios donde se realizan estas actividades deportivas y lúdicas está ubicado en propiedad privada, sus dueños están legitimados para denunciar a los intrusos. Pero ni ellos, ni nadie lo están para colocar estos artefactos cuyo único objetivo es causar daño.
No debía ser necesario recordar aquello de que la ley está para cumplirla y que obliga y protege a partes iguales. Pero a lo que se ve, algunos en Jaén se piensan que viven en el viejo oeste y que son ellos quienes imponen las reglas, sin importar las consecuencias y sin tener en cuenta lo desmesurado de su acción.
Estamos a tiempo de que la colocación de estas trampas quede en una desagradable anécdota.
Sé que no es fácil pedir que nos comportemos con civismo en el campo cuando somos incapaces de hacerlo en la ciudad. Pero la convivencia es eso, vivir en armonía, respetando a las personas y al entorno.
Si optamos por las salvajadas, esto acabará mal. Porque créanme no hay buenos salvajes. Si acaso, algún iluminado que intente convencernos de que a los “tramperos” se les combate con trampas. Y pobres de los crédulos.

Artículo emitido en SER Jaén, "La Colmena", el 13 de enero de 2016.

2 comentarios:

  1. Amigo que tal estas, veo que sigues escribiendo yo hace un mes he retomado mi actividad de escribir y aquí estoy de nuevo con mi nuevo bolg, espero que estés bien . Una brazo

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  2. Me alegra saber que has retomado la senda de la escritura. Pásame la dirección del blog y entraré a visitarte. Un abrazo.

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