domingo, 5 de febrero de 2012

El valor de las promesas

Las promesas son deseos lanzados al aire que trazan un vuelo a la espera de ser cumplidas. Su valor lo marca el cumplimiento, cuando debía ser al revés y comprender que lo verdaderamente valioso es lo prometido y más concretamente el acto de prometer, por lo que implica de compromiso. Y aún así eso no devalúa el cumplimiento.
A quien lanza una promesa se le presupone el convencimiento y el deseo de cumplirla, salvo a quienes hacen del engaño un arte y prometen sin importar lo prometido y por supuesto, sin intención de cumplirlo.
Hay quien promete alcanzar la luna y nunca despega los pies del suelo porque la vida le pone plomo en las suelas. De modo que se mortifica pensando que nunca alcanzará la luna. Lo práctico sería quitarse los zapatos para liberar el plomo y poder despegarse del suelo, pero hay ocasiones en que la vida pone tanto plomo que te clava al piso y te impide volar.
Quizás por eso procuro prometer poco y cumplir lo prometido, aunque eso no me exima de algún incumplimiento. Pero soy consciente de la dificultad que entraña, así que valoro las promesas de otros y aunque como a cualquiera me place el cumplimiento, asumo que el valor reside en la promesa y que se puede liberar el compromiso, para simplemente contemplar el vuelo.

1 comentario:

  1. Carlos,
    aciertas en eso de que una promesa es la expresión de un deseo. Por esa razón, creo que el cumplimiento place por igual a quien lanza la promesa como al que espera el cumplimiento.
    Contemplar el vuelo está bien, cumplir la promesa, mejor. Un beso.

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