jueves, 13 de abril de 2017

Génesis

Hay compromisos que uno adquiere consigo mismo. Es una cuestión de voluntad, de buena disposición, que ni tan siquiera es explícita y mucho menos ha de refrendarse. Pero queda ahí, en alguna parte de nuestra cabeza, a sabiendas de que tarde o temprano, generalmente tarde, la voluntad se hará real. 
Ya se ha convertido en un hábito para mí escribir sobre algo en lo que ha participado algún amigo y a lo que he tenido el privilegio de asistir. De modo que consciente o inconscientemente me digo que eso merece revolver en el baúl y buscar las palabras adecuadas para hilar una pieza. 
Con esta exposición de fotografía me pasó incluso antes de verla. Desde el principio me gustó el nombre, “Génesis”. 
Pero dejé pasar el tiempo. Meses. De hecho me senté un par de veces a escribir sobre ella, pero o no era capaz de enhebrar la aguja o era torpe en coser el hilo al lienzo. El caso es que abandoné, aunque su nombre y la idea sobre la que habían de agruparse las palabras seguían flotando en algún rincón de mi cabeza. 
Era el mes de septiembre de 2016 y apenas faltaban unos días para que “Génesis” (Tierra y piel), de Charo Guijarro y Jorge Pastor, dijera adiós al muelle de carga del edificio del antiguo Banco de España, nada más y nada menos que diseñado por Moneo, y hoy convertido en no se sabe muy bien qué, pero que acoge exposiciones y pervive por el tesón de Tomás Fernández. 
La tenía en agenda, pero si no llega a ser por el mensaje que me envió Jorge anunciando la última visita guiada dos días más tarde, el jueves, me la hubiera perdido. De hecho ese mismo jueves estaba invitado a otro acto cultural por otro amigo, pero le dije a Jorge que iría y le agradecí que se acordara de uno para ese último pase. 
Créanme no es lo mismo ver una exposición a solas que disfrutar del privilegio de que el autor o uno de sus autores te vaya contando la historia de lo expuesto, la que se esconde tras cada fotografía, más allá de lo que muestra la misma. Con Jorge ya había tenido esta experiencia con la exposición “Art mariage”, fotos y poesía, hacía algunos años en el marco de Etnosur, en el Palacio Abacial de Alcalá la Real. Así que ambos podemos confirmar que somos reincidentes. 
Desde entonces “Génesis” ya ha visitado Madrid y va camino de Barcelona y Málaga e incluso tiene previsto en su itinerario cruzar el charco para llegar a Nueva York. 
Sus autores afirman que la exposición “descansa sobre tres conceptos: el origen, la fuerza telúrica y los elementos”. Yo me quedo con el primero, fue lo que me sugirió el nombre de “Génesis” cuando supe de la existencia de la exposición. El origen como principio, como punto de partida. Luego la exposición me llevó a la unión de la naturaleza y del ser humano como elementos de ese principio y en cierta medida, como metáfora de un final. Ahí es donde me llevaron los cuerpos desprovistos de ropaje, la dimensión real del ser humano frente a la naturaleza y la erosión en el paisaje de la propia naturaleza y de la mano, en algunos casos manaza o pezuña, de la humanidad. 
En la exposición se recoge eso y lo que cada uno quiera percibir, la vida, la supervivencia, la soledad, la desolación, la fugacidad… Yo además me quedé con una imagen, la fotografía tomada por Jorge en el edificio de la antigua azucarera de Guadix y la historia que conservan sus muros. Una historia no muy lejana en el tiempo, de aquella guerra incivil que todavía hoy muchos aplauden, y que convirtió aquel edificio en un lugar de muerte y represión. Una historia que nos contó Jorge y que de alguna manera se recoge en esa fotografía titulada “Idhún”, de “claros y oscuros. Aurora y crepúsculo. Principio y fin”. Un historia y una fotografía de luz y oscuridad, de gritos y silencios, de derrota y esperanza. 
Y también conservo en el recuerdo una fotografía de Charo Guijarro, “Contradicciones”, la germinación de la vida “hasta en los lugares más inhóspitos”, “la delgada línea que muchas veces separa el bien y el mal”. Una imagen de la insignificancia del ser humano ante la naturaleza, de los surcos de la tierra como líneas del destino y de la ignorancia sobre la fertilidad del ser humano y de la tierra; el desconocimiento del futuro y probablemente también del presente que de una manera u otra nos hacen volver la mirada hacia el principio, el origen. La génesis.

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