Hay quien se oculta en el anonimato
porque entiende que los focos sobre el autor desvirtúan la creación.
Hay quien se escuda en el anonimato por timidez, por una aversión
irreprimible a ser visto o reconocido. Y hay quien busca el anonimato
por cobardía, para no dar la cara y encizañar desde la sombra;
expertos sembradores de dudas y propagadores de males.
A estos últimos es conveniente
desenmascararlos. Situarlos bajo la luz y exponerlos en plaza
pública. Colocarlos ante el espejo, pero también frente al cristal
para que se observen y sean observados; para que al menos si ellos no
se reconocen, sean reconocidos.
Propensos a dar gato por liebre y a
obtener siempre tajada. Debería ser de obligado cumplimiento para el
resto ponerles rostro, nombre y apellidos. Y que así de burladores
pasen a burlados.
No siempre es tarea fácil, porque
algunos son auténticos expertos en ocultarse y tras el pasquín o
entre las sombras verter su veneno. Aun así y pese a estar
habituados a desenvolverse incluso bajo sospecha, siempre acaban por
delatarse, por el gesto, por la palabra o por sus actos.
Merecedores siempre del desprecio, es
en ese momento de inculpación involuntaria, al caer la máscara,
cuando debemos colocarlos bajo el haz de luz y mostrar la cara de la
ruindad.
Puede que no sirva de mucho. Puede que
incluso estén protegidos por otros, compartidores a partes iguales
del anonimato y la hipocresía. Pero es innegable la satisfacción
que proporciona ponerle rostro, nombre y apellidos al villano.
Hola Carlos, gracias por tus comentarios. Leerte ha sido un placer, espero seguirte por aqui.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Panchita,
ResponderEliminarbienvenida a este callejón.
Un beso.