lunes, 21 de julio de 2014

Etnosureo

Han pasado algo más de 18 años. Todavía recuerdo cuando Carmen y Pedro, recién llegados de Cuba, Antonia y yo nos fumábamos entre los cuatro un Cohiba lancero en el piso de Pilar de la Imprenta. Entonces Peter Gabriel no había muerto (el viejo Peter siempre nos recibía con un gruñido, pero meneando la cola) y Karishma, Sergio y David nos esperaban en un futuro que desconocíamos.
Pedro se levantó del asiento, agarró un tocho de folios y extendiendo el brazo me dijo que lo leyera y le diera mi opinión. No en ese momento, claro. Y nos explicó por encima, con el entusiasmo que le caracteriza cuando se trata de algún tema relacionado con la música, el proyecto de aquel festival que preparaba con unos amigos.
Durante años aquel taco de folios permaneció en nuestro ático de la calle Vandelvira, hasta que desapareció cuando nos mudamos de vivienda. Lo guardaba como un tesoro.
Aquel proyecto, Etnosur, nunca fue concebido como un festival al uso de esos que tanto abundaban por nuestra geografía y otros lares. Su propio nombre era una señal, Encuentros Étnicos de la Sierra Sur, y entre sus premisas, el rechazo a la masificación y la gratuidad de las actividades programadas.
Ahora se ha hecho mayor de edad. Y como a los buenos caldos, el paso del tiempo le ha dado cuerpo. Aquel muestrario de grupos y espectáculos de música de raíz de todos los rincones del mundo se ha enriquecido y ahora el festival produce espectáculos propios y únicos con grandes músicos y grupos: el maestro Morente y su coro de voces búlgaras; Dorantes y sus ConVivencias; Cubaneando de la Cuban Sound Project, con Pancho Amat, Reinaldo Creagh (pónganse en pie), Santiago Auserón y Carmen París; La Zarabanda de Juan Perro o el último, Razón de Son, de Raúl Rodríguez, con Mario Mas, el repentista Alexis Díaz Pimienta y Coetus… Y genera foros, alimenta exposiciones, performances como aquella de Manuel Rivas, talleres y una interminable lista de participantes que ha dado a Alcalá la Real el privilegio y la oportunidad de compartirlo con vecinos y visitantes.
Etnosureamos. Soneamos. Pandoreamos. Disfrutamos las exposiciones en el Palacio Abacial, “Art Mariage”, del compañero Jorge Pastor y las poetas Carmen y Dori Hernández, y “Negros de arena y cal”, de Jesús Cosano.
Topo con el artista Xavier de Torres, autor de la escultura que representa el Premio Etnosur, que ha ido recayendo años tras años en personas o colectivos como Rosa Mª Calaf, Mario Benedetti, Baltasar Garzón, la Fundación Vicente Ferrer o en esta edición, la Plataforma Afectados por la Hipoteca (PAH). 
Conocimos a Xavier en San José. Una Semana Santa de hace otro puñado de años con Pedro y Carmen, que nos lo presentaron y nos llevaron a su casa; donde en la planta superior asistimos a la exposición más original de la que he disfrutado. Los cuatro tumbados en el suelo del estudio y Xabier desenrollando lienzos y mostrándonoslos. Fue el primer año en que participó en Etnosur con el taller Espantapiedras; creo recordar que fue aquel mismo año en que permanecí más de dos horas de pie, en el patio del Palacio Abacial, escuchando a Fran Sevilla, Rosa Mª Calaf y Ramón Lobo hablar de periodismo y de los corresponsales de guerra.
Viene del foro sobre “Los sonidos negros del flamenco”, en el que participaban Raúl Rodríguez y Jesús Cosano. Me cuenta que ha conectado con Mario Mas, el guitarrista que me dejó la noche anterior boquiabierto con su toque y que es hijo de aquel otro guitarrista español amigo de Leonard Cohen. Quizás este encuentro entre ambos sea la semilla que germine en un nuevo proyecto etnosureño.
Raúl es músico y antropólogo; Mario, guitarrista y biólogo, Xavier alucina con ellos y me deja una reflexión para el recuerdo: ellos (lo mismo que otros como ellos que han pasado por Etnosur, incluido el propio Xavier) han elegido su propio camino al margen de modas y mercantilismos; apuestan por la creatividad, y al conocimiento vital y artístico mamado de sus progenitores añaden su propia formación, de modo que en la adolescencia ya eran capaces de verbalizar aquello que habían conocido y que ahora impregna lo que hacen.
Etnosur es color, sonido, aroma, arte, cultura, luz y convivencia. Es vida, una parte de nuestras vidas. Y sobre todo, un símbolo de amistad.

Foto.- Concierto de "Pandora" en el Paseo de los Álamos (Alcalá la Real), Etnosur 2014.

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