domingo, 19 de septiembre de 2010

Maestro de vida

Labordeta ha muerto. Mi santa me pide que le escriba un artículo. Y no es tarea fácil. Hoy no sólo se nos mueren las palabras, también se va la melodía. Y sin letra y sin música, perdemos la voz.
Con permiso del poeta, hoy puede afirmarse que muere un hombre bueno. Es el adiós del cantautor que descubrí con 12 ó 13 años, aquel que se arremojaba la tripa porque venía la calor y del que más tarde aprendí que se podía plantar un árbol y ayudarlo a crecer y que la libertad más allá de un sueño es una tierra que podemos levantar entre todos y puede ser habitada.
El tiempo lo trajo de nuevo a mi vida en forma de poesía, recorriendo el país que también es país a deshoras en la pantalla de la televisión pública y ocupando un escaño en el Congreso de los Diputados, desde donde hablaba haciéndose entender, algo extraño en un político.
Aquel árbol que Labordeta quería que plantásemos era el socialismo, nada que ver con éste de domicilio social en Madrid y franquicias por el resto de España. Y dedicó su vida a ese árbol de las palabras, del compromiso y las convicciones; a aquel árbol de ideas y proyectos, de sueños y utopías, que entre sus ramas daba cobijo.
Quería ser recordado como el árbol abatido. Y en nuestro abatimiento lo recordaremos como árbol noble, de tronco fuerte, largas ramas y claras raíces hundidas en la tierra.
Ha muerto Labordeta. Hombre bueno, antes que cantautor, político o poeta. Maestro de vida.
Foto: José Antonio Labordeta. Publicada en www.elpais.com, del archivo de EFE, 2007.

2 comentarios:

  1. Le vino el viento de cara para interpretar su papel, no lo hizo mal.

    Una gran pérdida, como tantas otras.

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  2. Jesús, lo del viento de cara es cuestión de colocación, por estos lares se ve que estamos siempre mal puestos y nos da de culo.

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