miércoles, 27 de mayo de 2009

El cantautor sin lengua



Oí contar por primera vez la historia de la tortura y asesinato del cantautor chileno a un polaco exilado de Chile de paso por Madrid. Yo era pequeño, aunque es cierto que sabía quien era Víctor Jara y ya había escuchado canciones suyas como “Te recuerdo Amanda”, “El derecho a vivir en paz” y “Duerme negrito”.
Supongo que conocen la historia: Víctor Jara fue detenido, un día después de la fecha fatídica del 11 de septiembre de 1973, es decir, el día 12, en la Universidad donde trabajaba como profesor y fue ‘conducido” al Estadio de Santiago de Chile, uno de los mayores centros de represión y tortura en los días posteriores al golpe de Estado que acabó con el Gobierno socialista de Salvador Allende. Murió acribillado a balazos, hasta 44 dicen que recibió, y su cuerpo fue trasladado al depósito, donde fue descubierto 3 días después de su detención con la etiqueta de cadáver no identificado. Previamente había sido brutalmente torturado. Según contaba el exilado polaco, atado a una silla, después de ser golpeado, vejado y humillado, al cantautor chileno le machacaron las manos hasta destrozarlas y le dijeron que tocase ahora la guitarra. No contentos con ello, le arrancaron la lengua y le dijeron también que cantase ahora si podía. Después en aquel campo de fútbol de la muerte, fue asesinado.
Años más tarde descubrí que aquello no era más que una muestra de las atrocidades cometidas por los milicos en ‘defensa de la patria’ en el Chile de Pinochet y en la vecina Argentina de las sucesivas juntas militares de Videla, Galtieri...
Hoy nos enteramos de que el pasado viernes, casi 36 años más tarde, por fin detuvieron a sus asesinos. Dos soldados rasos de reemplazo, José Adolfo Paredes Márquez y Francisco Quiroz Quiroz, aunque sólo el primero permanece detenido e imputado.
El abogado de la familia Jara ha manifestado, según recoge EL PAÍS en su edición digital, que “no es nuestro interés perseguir a los conscriptos (reclutas), son una parte dentro de todo el eslabón, son la parte más débil, más vulnerable. Me interesan los jefes (...), quiénes dieron las órdenes de ejecución de Víctor Jara".
Es decir, que buscarán al responsable de dar las órdenes, al autor o autores intelectuales, en el ejército, en la DINA, donde sea menester. Dando por hecho, algo tan elemental como que en el ejército hay un funcionamiento jerárquico, desde arriba hacia abajo, y que las órdenes tienen su origen en el vértice de la pirámide (algo que debería haber tenido en cuenta la justicia española a la hora de abordar las responsabilidades penales en el caso del YAK-42 y recordado que en un Estado democrático el ejército está sometido al poder civil y a su representante, el ministro).
Joan Turner, viuda de Víctor Jara, defiende, en declaraciones a EFE, que “el asesinato de Víctor es un símbolo mundial de las violaciones a los derechos humanos, esclarecer lo que pasó sería un triunfo, una demostración de que no puede haber impunidad para los crímenes contra la humanidad".
En tiempos en que en España se pone freno a la justicia universal y se legisla para que los tribunales españoles no puedan juzgar a genocidas como el dictador Augusto Pinochet, retenido varios días en Londres gracias a un auto del juez Garzón, y continuar defendiendo los derechos humanos en Argentina, en el Tíbet, en Gaza o donde sea necesario que actúe la justicia, resulta al menos gratificante saber que hay esperanza y no habrá impunidad, a pesar del paso del tiempo, contra los asesinos responsables de crímenes contra la humanidad.
Pese a no tener lengua, casi 36 años más tarde y aún muerto el cantautor chileno sigue hablando y cantando muy clarito. Quizás sólo sea necesario escuchar.

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