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sábado, 19 de diciembre de 2009

La fosa del poeta

No estaba. No estaba y parece que por ello se acabara el mundo. No estaba lo que quedaba del poeta y ahora algunos suspiran. Suspiros de libre interpretación. Pero suspiros. Y entre ellos, dos voces, la permanente de Lorca y la de aquellos que reclaman la búsqueda con resultados reales. No se acaba el mundo, apenas ha hecho que empezar.
No hay duda de que el poeta fue asesinado entre Víznar y Alfacar, aquella noche del 18 de agosto de 1936 (la madrugada del 19), en las inmediaciones de Fuente Grande (Aynadamar, la Fuente de las Lágrimas). Aquella noche no había luna. Y puede que Federico buscara la luna, antes de que la muerte en forma de bala mordiera sus carnes, antes de que la culata de un arma en manos de un cobarde golpeara su sien. Mucho antes de que el silencio trate de cubrir ese pasado tan necesario para el presente, pero sobre todo para el futuro.
La fosa de Alfacar no alberga el cuerpo. Pero, es que no es fosa, es que no hay fosa. Y sin embargo, entre Víznar y Alfacar, donde el poeta, el maestro republicano Dioscoro Galindo, y los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas y Francisco Galadí fueron asesinados hay huellas inequívocas del horror, de “paseíllos” nocturnos con el resultado de muertes e intento de asesinato de las ideas. No se necesita georradar, ni ciencia o avance científico alguno, para ver los desniveles del terreno; ni siquiera hace falta mirar las flores como testigos mudos de los ausentes. Sólo se necesita mirar la tierra y escuchar a los supervivientes y a los herederos de los supervivientes. Ni siquiera creer, sólo ver y escuchar.
¿Por qué no seguir buscando? ¿Por qué trasladar a una Asociación de la Memoria Histórica una responsabilidad que no le corresponde? Hoy más que nunca es necesario encontrar los restos de Federico García Lorca, y esa responsabilidad recae sobre todos, porque Lorca encarna las miserias de los vencedores y la esperanza de los vencidos; una esperanza que se traduce en dignidad, justicia, reparación… Lorca era todos, es todos. Todos los muertos son Lorca, y de ahí la necesidad de encontrar sus restos. Es el símbolo de la justicia y la imagen de la derrota de sus asesinos: los que dispararon, los que dieron la orden, los que sumieron al país en una tiniebla de 40 años, y también todos aquellos que aún hoy temen la poesía y el teatro lorquianos, su forma de entender la vida y de vivirla.
Una vez más dependemos de la generosidad de las administraciones y de que su ceguera no nos lleve a todos a rendirnos sin dar batalla junto a la Fuente de las Lágrimas. No había fosa, no hay cuerpos, pero hay que seguir buscando. ¿Por qué iban a asesinarlos a ellos en un lugar distinto al que cada noche eran asesinados tantos otros? ¿Por qué si se estima que allí están enterrados los cuerpos de miles de represaliados por el ejercito insurgente franquista se descarta que entre esos cuerpos estén los del poeta, el maestro y los banderilleros?
Aquel es el lugar y hay que seguir buscando, porque son demasiados cuerpos para no encontrar por lo menos uno. Ese es el reto, encontrar la fosa, hallar el primero de los 4 cuerpos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

¿Y si no está?

Sucedió una noche sin luna del mes agosto. Era 1936. Asesinaron a Lorca, entre Víznar y Alfacar, a escasos metros de la Fuente de las Lágrimas (Aynadamar). Junto al maestro Dióscoro Galindo y a los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas y Franciso Galadí. Ahora dicen que probablemente también están enterrados en esa misma fosa el inspector municipal de tributos de Granada Fermín Roldán y el restaurador granadino Miguel Cobo Vilches.
No hay dudas de que el crimen se produjo en ese lugar, en el camino (hoy viejo) entre Víznar y Alfacar. Cualquiera que pase por allí, antes de llegar al Parque, donde está el monolito, junto al olivo donde se cree fue asesinado Lorca, puede ver los desniveles del terreno en las vaguadas junto al camino; indicadores mudos de los enterramientos de otros tantos, vecinos de Granada y de la zona, asesinados, que sus familiares recuerdan con ramos de flores, depositados entre otros olivos.
Ahora, pese a las negativas primero y a las dudas después de los herederos de Lorca sobre la apertura de la fosa, un equipo de técnicos e investigadores busca en 300 metros cuadrados algo más que huesos.
Es la búsqueda para recuperar la Memoria, cargada de una enorme simbología representada por Lorca, por su muerte, su vida y su obra. Y también por la pervivencia en la historia de aquellos que no cayeron en el anonimato al ser asesinados junto al poeta. Dignidad y justicia. Sí, y la oportunidad de saldar una deuda con esa historia cainita nuestra.
El hallazgo de los restos no cambiará lo acontecido, ni la proyección y universalización del poeta, como temen justificada o injustificadamente los herederos de Lorca. Tampoco disminuirán los ingresos económicos. La verdad sólo hace daño al que la esconde, al que trata de ocultarla, pero para otros, como Ian Gibson, es necesaria.
¿Y si no está? Hace años me contaron una historia, un importante y reconocido lorquiano, de donde está enterrado el poeta. Escribí, en estado casi febril, algo sobre ello, que duerme sin ver la luz. Quizás porque necesito saber si es cierta la historia que me contaron; algo que sólo podré saber cuando se abra la fosa. O puede que tampoco. Pero me gustaría saber si hubo un último viaje del poeta y Laura guarda el secreto en el Balcón.

Muerto cayó Federico/- sangre en la frente y plomo en las entrañas -/… Que fue en Granada el crimen/sabed - ¡pobre Granada!-, en su Granada…

“El crimen fue en Granada (A Federico García Lorca)”, Antonio Machado. Ayuda, 17 de octubre de 1936.