martes, 28 de febrero de 2023

Tango

 

 
 
Dicen que hay que buscar una excusa para vivir. O lo que es parecido, un motivo para no morir. De igual modo que dicen que debes tener cuidado con lo que sueñas porque puede hacerse real. Cualquiera de ellas me sirve para aguantar en pie hasta el próximo 1 de abril. Ya saben, sábado la noche…
Desde hace un puñado de años uno de mis anhelos, expresado en público en numerosas ocasiones y transmitido a los posibles hacedores del mismo, es ver subirse a un escenario a “Malevaje” y “Los Arrabaleros”. 
Y aunque la felicidad es algo puntual y en demasía incompleto porque sólo subirá a ese escenario una parte de “Malevaje”, será un placer poder disfrutar ese sábado 1 de abril, en las tablas del Teatro Darymelia de Jaén, de la sapiencia cantora de D. Antonio Bartrina, alma mater de “Malevaje”, acompañando a “Los Arrabaleros”. 
D. Antonio y el Sr. 'Osvaldo' interpretarán unas coplas. De esas no aptas para los giles. De esas de corazones rotos y desamores ‘arrebataos’, de malevos y hembras fatales, de pendencias teñidas de sangre, de tragos largos que abrasan menos que la mirada y los labios de una ‘china’, de puros guapos a carta cabal, de historias y vivencias del arrabal…, de noches y cachivaches.
Y por aquello de que en esta ocasión rodaron los dados sin enseñarme los ojos de la serpiente; y por eso de que al mostrar los naipes boca arriba el brillo de los oros le ganó la mano al filo de los fierros también se subirá al escenario Kike Ganso, del que hasta la fecha la suerte esquiva me ha birlado la oportunidad de escucharle en directo, solo o en compañía de otros. Y mi querido maese Arnal, para traernos esa voz huracanada que no puede esconder ni sus besos ni su enorme corazón. 
Será en compañía de otros, porque el azar es caprichoso y testarudo y, además, se empeña jodidamente en llevarte la contraria; si lanzas la moneda al aire, pides cara y sale cruz, si gira la ruleta y el taco está en el rojo, el crupier gritará negro y creerás morir. Así que en esta ocasión habrá sido cosa de las tejedoras, cuyos hilos han atrapado como una red a la parca. Y por esas cosas de los hábiles dedos, habrá tantos ases sobre el tapete que será imposible llevar una mala mano: la dama que brilla más que la luna al reflejarse en el acero, María Guadaña; el domador del viento, Sergio Albacete; la voz que una vez escuchada no se puede, ni se debe, olvidar, Maribel Gutiérrez; los pasos imposibles, El Tabanco; los dedos prestos en blanco y negro, Chico Pérez; la sutil elegancia del Sur, Lôbison; el magisterio de cuerdas o caja, Chico Haro, y los metales infinitos, Juande Ramírez y Juan Gallego. 
Al otro lado, los tangueros, milongueros y amantes del bolero, “almas jamelgas” desbocadas. Soñadores que cabalgan a lomos de los caballitos de anís esperando que no deje de girar el carrusel. “Yira, yira/ Aunque te quiebre la vida/ Aunque te muerda un dolor/ No esperes nunca una ayuda/ Ni una mano, ni un favor…, cantaba Gardel. 
¡Muerte, muerte, muerte…! No, tango. Y sentimiento arrabalero.

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