viernes, 21 de diciembre de 2018

Cutreluz

Lo de las luces de Navidad en Jaén da para una de misterio. Ahora sí, antes no. En unas calles, sí; en otras, no. En los barrios, depende; en el centro, por supuesto. ¿Qué será de nosotros el día que nos cierren los grandes almacenes? ¿Quién nos alumbrará? 
Estética al margen, es evidente que algo ha cambiado. Será por aquello de que el próximo año hay elecciones municipales. El caso es que se ha prescindido del cutrerío de otros años, cuando predominaba la escasez de luces y de luz. Antes salías y en vez de animarte a estar en la calle te daban ganas de volverte a casa. La iluminación era una invitación al recogimiento. 
Estas navidades, los jiennenses salen a la calle y, orgullosos, se hacen fotos frente a las bolas y paquetes luminosos instalados en la vía pública. Si antes teníamos un árbol de navidad, ahora dos; uno de Diputación y otro del Ayuntamiento. Y a los de Ciudadanos y a los de VOX porque no les ha dado tiempo a ponerse de acuerdo, que si no colocan uno más grande y libre. Eso sí, coronado con una bandera, que para estrella ya tenemos la Michelin brillando en San Ildefonso. 
Como ya saben la luz no tiene porqué iluminar las mentes. Hay quien prefiere habitar en la oscuridad e incluso devolvernos a ella. Desandar en lugar de avanzar. Y como tampoco llueve a gusto de todos, las luces han fundido los plomos a los comerciantes de Roldán y Marín, que ven como tanto acto promocional municipal impide el acceso a sus comercios y por tanto, les condena a no vender o a vender menos, que no es lo mismo pero tiene idénticas consecuencias. 
Además, y será por aquello de que alguien tenía que financiar las bombillas y los chirimbolos, asistimos enfadados a la exhibición con fines publicitarios de vehículos en la vía pública, ocupando un espacio que pertenece a los peatones y afeando el entorno. 
Lo más sonrojante, los dos ‘cochecitos’ situados al principio y al final de La Carrera. No cabe duda de que estamos en manos de visionarios y de que al resto no nos alcanza para comprender. Debe ser la paradoja de la peatonalización: los coches no abandonan la calle, pero en lugar de circular, permanecen parados y sin conductor, imposibilitados para desplazarse. El triunfo del hombre sobre la máquina. La victoria del peatón. 
Al final crearán tendencia y acabaremos colocando un coche de juguete con un palillo y un trozo de tela o de papel a modo de banderola en el portal de Belén. Por aquello de que no nos llamen antiguos o nos digan que vamos cortos de visión. O por aquello de que la realidad supera a la ficción. A fin de cuentas 2019 será un año en el que veremos burros volar. Ya verán, ya. 
¡Felices fiestas a todos!

Mi artículo para SER Jaén, "La Colmena", del 20 de diciembre de 2018.

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