jueves, 10 de diciembre de 2009

La Inmaculada Constitución

Acabados los fastos de la celebración, lejos de arder en las llamas y dejarnos llevar, deberíamos replantearnos la Inmaculada Constitución. Parece tarea ardua pedir o exigir a nuestros representantes políticos un poco de cordura o un paso a la reflexión, cegados como están en sus antagonismos superficiales como vía rápida de asalto al poder.
Sé de oídas que la emancipación se ha retrasado a los 35 años, del mismo modo que cada vez son más los padres primerizos a los 40. Aún así, 31 años de Magna Concepción me parecen más que suficientes para nuestra emancipación y una futura maternidad o paternidad colectiva.
Aquel 6 de diciembre de 1978 queda lejos en el tiempo, puede que incluso nuestra percepción sea un tanto difusa, puede que nos traicione la memoria o puede que simplemente ahora tengamos más conocimiento; el caso es que aquella Constitución nació para reglar lo que después se denominaría La Transición. Misión cumplida. Con luces y con sombras, con los matices que queramos…
El paso siguiente a esa Constitución, por naturaleza y con naturalidad, sería el estado federal. Como digo es difícil que los políticos reflexionen sobre el particular; pero no se me ocurre otra vía que el federalismo y la redacción de una nueva Constitución, ya que ésta se demuestra intocable y evidencia la incapacidad de aunar voluntades para su reforma.
Ha llegado pues el momento de emanciparnos de esa ya vieja Constitución y de asumir la maternidad y la paternidad de un nuevo texto, redactado sin las exigencias de entonces y por tanto, en teoría, con mayor libertad.
Veo improbable, aunque sería necesario y un ejercicio democrático sin parangón, que se nos diera la opción de elegir entre monarquía o república; por lo que me temo que la espera de la 3ª seguirá siendo la condena para los amantes de la república.
Del mismo modo que veo improbable que nuestros actuales políticos tengan la talla de los denominados “padres” de la Constitución del 78; por lo que es probable que tengamos que recurrir a las nuevas técnicas de inseminación.

5 comentarios:

  1. Miedo me daría enfrentarme a una nueva Constitución porque seguro que saldría con la cara de los que nos gobiernan.
    ¿Hacer una nueva? ¿Para qué? Estoy segura de que salvo el funcionariado y pocos mas saben de qué va ésta, aunque a todos los demás le suenen como un río que agua lleva
    ¿Dar a elegir entre monarquía y república? Pero tú sabes lo que vende el Hola con los enlaces reales, los tacones y modelitos de la Leti o la separación de la trenzas.
    Además, creo que si preguntáramos a los chavales que es una republica inmediatamente lo asociarían con Franco y guerra, y como que mejor prefieren seguir soñando con comprarse la última PSP o el iPhone de moda que meterse en berenjenales de cuatro costados.
    ¿Nuevas técnicas de inseminación? Quita, quita, que me veo a todos los freakes de Internet aportando ideas y pariendo hijos como… lagartija.
    ;)

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  2. Eau, te veo poco receptiva hoy. La inseminación garantizaría que la nueva no saliera con la cara de los que nos gobiernan y el ¡Hola!, seguro que vendería lo mismo con otras. Salud.

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  3. Carlos, como todo ser parido, tengo mis días en los que en unos sueño más que en otros.
    Más que en Constituciones y Leyes que cada vez más coHartan libertades, se me da por soñar que a todos no iria mejor si en vez de entes hábidos de ambiciones que somos, mirasemos más hacia atras..., hacia los menos favorecidos, pensando en una sociedad que pueda ser igualitaria alejada de utópias.
    Queramos o no todos somos iguales, pero ya sabes, unos más que otros, por lo que si las veinticuatro horas del día todos fueramos coherentes nos dejaríamos de tanta estulticia.

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  4. Eau,vaya, veo que el duende del agua saca su genio. Soñar es necesario, casi diría que una obligación. Y las utopías son alcanzables, lo imposible son las quimeras. Así que entre sueños y utopías se nos cuela la realidad, que sería deseable cambiarla. Un beso. Salud.

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