sábado, 23 de abril de 2022

Los posos del café

Cuentan que el paso del tiempo deja un poso. Y claro, ineludiblemente, te vienen a la cabeza los posos del café. Esos mismos que o bien tiras o bien, como te enseñaron, reutilizas como abono para las plantas. Aunque en el fondo ignoras si esos posos les van bien a las plantas o puede que tan solo las pongan de los nervios. 
Aún así, eso del poso, aplicado al tiempo, tiene una connotación positiva, por aquello del bagaje vital. Presuponiendo que pese a las excepciones a la mayoría de los mortales la experiencia le proporciona una capacidad de reflexión y le aporta madurez. 
Lo cierto es que los posos del café son tangibles, tiñen los dedos a su contacto, conservan algo de aroma y el color parduzco de los granos. Mientras que el poso del tiempo es intangible y, por tanto, su percepción, además de subjetiva, es probablemente indemostrable. 
Hoy, una de las fechas más maravillosas que nos ofrece el calendario, vuelves la mirada a los libros. Incluso aquellos que siguen sintiéndolos como un objeto ajeno o inhabitual. Esos mismos que sienten incomodidad en una biblioteca o en una librería y que frente a una estantería, lejos de devorar los lomos de los volúmenes, apenas alcanzan a ver algo más que rectángulos y colores son capaces de celebrar el Día del Libro.
Piensas que los libros atesoran experiencias y aprendizajes, tanto precoces como de edades tardías. Y que, en ellos, de alguna manera planea ese poso del tiempo. En el escritor y en sus páginas. La propia elección de unas palabras en detrimento de otras, aparte del conocimiento del lenguaje, puede ser interpretada como producto de ese poso. De igual modo que la decisión de escribir y publicar. 
Por supuesto, el talento, aceptándolo como algo innato, nada tiene que ver con esto. O te lo da la vida o vas a carecer de él durante tu existencia por mucho que te esfuerces en conseguirlo. Por lo tanto, no necesita de poso alguno, aunque, de admitir la existencia de ese poso del tiempo, lejos de ser incompatible, contribuirá a manifestar en mayor medida el talento. 
Habrá quien afirme que quien tiene talento va dejando tras de sí un poso del mismo. Aunque ese frente al del tiempo es un poso tangible. 
Podemos admitir la existencia de ese poso del tiempo. Admitamos que se refleja en las páginas de los libros. Y no perdamos el humor, porque dispuestos a la creencia y a la admisión, aceptemos que sólo se prestan a la lectura los posos del té.

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