Las relaciones entre prensa y poder siempre se han caracterizado por la dificultad de las mismas, por el intento del poder de someter a la prensa y por el esfuerzo de ésta para no ser sometida; algo que no siempre logra, voluntaria o involuntariamente.
Sí, es cierto que hay prensa sumisa, tanto medios de comunicación como periodistas. Del mismo modo que con frecuencia, demasiada frecuencia, se olvida el papel y la relevancia de la prensa en la sociedad moderna.
Por ello y otras cuestiones en la mente de todos no debería extrañarnos el comportamiento de algunos presidentes de gobiernos democráticos como los de Argentina, Venezuela o Italia, con algunos medios de comunicación o algunos periodistas, por lo general críticos con los gobernantes y su forma de gobernar. Y tampoco debe sorprendernos el comportamiento de algunos medios o grupos de comunicación.
En Argentina, los Kirchner (aunque gobierne Cristina, son una Sociedad Limitada de gobierno) no están satisfechos con haber enviado 200 inspectores de hacienda al periódico Clarín; si, he dicho 200, y es sabido que el envío no fue por un desacuerdo con la información deportiva o cultural del diario; han decidido además llevar una Ley de Medios (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) al Congreso que entre otras cosas reduce las licencias de emisión para radio y televisión y obliga a su renovación cada 2 años [ha sido aprobada, ahora deberá pasar al Senado, por 147 votos a favor, 4 en contra, una abstención y 104 diputados fuera del Parlamento]. Es decir, un ejercicio público de intimidación desde el poder, para amedrentar y amordazar a los medios de comunicación y disuadirlos de publicar, como el caso de Clarín (grupo de comunicación con más de 200 medios), informaciones sobre la fortuna acumulada por el matrimonio gobernante y muchos de sus amigos, y que dibuja un futuro de intervencionismo estatal.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez ha cerrado en mes y medio 31 emisoras de radio y 2 cadenas de televisión y ha ordenado la apertura de un nuevo proceso, y van 4, contra la cadena de televisión Globovisión, en esta ocasión acusándola de incitar al golpismo. Sin duda un ejemplo de comportamiento democrático, respeto a la pluralidad y sentido de la autocrítica, como demuestra el presidente venezolano constantemente en su programa dominical televisivo “Aló presidente”. Un programa que se emite a través del Sistema Nacional de Medios públicos de Venezuela; creado en 2008 por el propio Chávez e integrado por las cadenas nacionales Venezolana de Televisión, ViVe, TVes, la internacional TeleSur y otras cadenas de ámbito regional, junto a las emisoras de radio, Radio Nacional de Venezuela e IVKE Mundial. Un sistema que ha suscitado numerosas críticas entre ellas, las de la Asociación Human Rights Watch (HRW), que señala en un informe que la financiación estatal de estos medios los convierte en voceros del gobierno.
En Italia, ¿qué decir de Italia y de su presidente Silvio Berlusconi, il nuovo ducce, a estas alturas? Juez y parte, Berlusconi legisla para favorecer a su imperio mediático y hostiga a la competencia con la ley o con la amenaza. Entre sus dianas favoritas dos diarios L’Unita, el periódico fundado por Antonio Gramsci, y La Reppublica, y una cadena de televisión RAI 3, a las que como buen “totalitarista” ha añadido un enemigo externo, El País, del grupo español Prisa; una enemistad originada porque el diario español publicó las fotografías de las fiestas del jefe de gobierno italiano en su finca de Cerdeña, y acrecentada con un enfrentamiento directo con el corresponsal en Italia de este diario en una rueda de prensa, con nuestro querido presidente presente y haciendo la estatua “por cortesía”. Ausentes Manuel Vázquez Montalbán y Leonardo Sciascia, dos pérdidas universales, nos asimos, yo al menos, a José Saramago y su “la cosa Berlusconi” (Tribuna en el diario El País, 6 de junio de 2009), y a Andrea Camilleri (entrevista en el diario El País, 18 de septiembre de 2009), donde tacha a Berlusconi de “bufón delirante”.
Y en España, los gobiernos democráticos han favorecido sistemáticamente a medios o grupos de comunicación y a “amigos”, por lo que Zapatero no iba a ser menos que sus predecesores. A la vez que asistíamos al alineamiento de los medios de comunicación en torno a los partidos políticos, llegando incluso en ocasiones a marcarles el camino o la estrategia a seguir. Eso sí, la intimidación por el gobierno de turno se ha producido reduciendo o eliminando publicidad institucional, negando o concediendo licencias de radio y televisión (analógicas o digitales) y variando las condiciones de titularidad y emisión. Sólo en 2 ocasiones, que yo recuerde, se han cerrado por motivos no económicos medios de comunicación, los diarios Egin y Egunkaria, por su presunta relación con el terrorismo. Y rara vez los tribunales habían supuesto una amenaza real, salvo para El Jueves y alguna otra publicación humorística por “recrearse” en la Familia Real (sospechosa y vergonzosamente intocable); eso hasta ahora que la Justicia (la Fiscalía de Madrid) pide 3 años de cárcel e inhabilitación de un periodista de El Mundo, Antonio Rubio, subdirector del diario, por “revelación de secretos”; sencillamente, por hacer su trabajo.
Ahora y a cuenta de la aprobación de la TDT de pago por el Gobierno, por decreto-ley, El País hostigado por Berlusconi pasa de perseguido a perseguidor, para cobrarse una pieza de caza mayor: el presidente del gobierno, aunque al final tal vez se conforme con una pieza menor, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián.
Junto a El País se han apuntado a la cacería los principales medios del grupo Prisa, es decir, Cadena Ser y Cuatro, incluidos sus periodistas más conocidos; algunos como Iñaki Gabilondo y Enric González, con elegancia y mensaje inequívoco de cierre de filas en torno a Prisa, y otros con mal estilo, innecesario e impropio, abusando y recreándose en las verdades a medias, como, siento decirlo, algunos periodistas de la Cadena Ser.
El escenario se ha completado con el silencio calculado del grupo Vocento, el editorial de El Mundo elogiando al presidente del gobierno y recriminando al PP no haber votado a favor del citado decreto-ley, y la entrada a saco de los columnistas de diario Público, cuyos accionistas son hoy los principales beneficiarios de la aprobación de la TDT de pago.
Prensa y poder político nos están dando un espectáculo lamentable, con salidas de tono y esperpentos como la visualización de un doble frente antinatural si atendemos a la historia reciente de España, PP – grupo Prisa por un lado y PSOE – El Mundo por el otro. Más que un alineamiento parece una alienación, pero también dicen que la política hace extraños compañeros de viaje.
Sí, es cierto que hay prensa sumisa, tanto medios de comunicación como periodistas. Del mismo modo que con frecuencia, demasiada frecuencia, se olvida el papel y la relevancia de la prensa en la sociedad moderna.
Por ello y otras cuestiones en la mente de todos no debería extrañarnos el comportamiento de algunos presidentes de gobiernos democráticos como los de Argentina, Venezuela o Italia, con algunos medios de comunicación o algunos periodistas, por lo general críticos con los gobernantes y su forma de gobernar. Y tampoco debe sorprendernos el comportamiento de algunos medios o grupos de comunicación.
En Argentina, los Kirchner (aunque gobierne Cristina, son una Sociedad Limitada de gobierno) no están satisfechos con haber enviado 200 inspectores de hacienda al periódico Clarín; si, he dicho 200, y es sabido que el envío no fue por un desacuerdo con la información deportiva o cultural del diario; han decidido además llevar una Ley de Medios (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) al Congreso que entre otras cosas reduce las licencias de emisión para radio y televisión y obliga a su renovación cada 2 años [ha sido aprobada, ahora deberá pasar al Senado, por 147 votos a favor, 4 en contra, una abstención y 104 diputados fuera del Parlamento]. Es decir, un ejercicio público de intimidación desde el poder, para amedrentar y amordazar a los medios de comunicación y disuadirlos de publicar, como el caso de Clarín (grupo de comunicación con más de 200 medios), informaciones sobre la fortuna acumulada por el matrimonio gobernante y muchos de sus amigos, y que dibuja un futuro de intervencionismo estatal.
En Venezuela, el presidente Hugo Chávez ha cerrado en mes y medio 31 emisoras de radio y 2 cadenas de televisión y ha ordenado la apertura de un nuevo proceso, y van 4, contra la cadena de televisión Globovisión, en esta ocasión acusándola de incitar al golpismo. Sin duda un ejemplo de comportamiento democrático, respeto a la pluralidad y sentido de la autocrítica, como demuestra el presidente venezolano constantemente en su programa dominical televisivo “Aló presidente”. Un programa que se emite a través del Sistema Nacional de Medios públicos de Venezuela; creado en 2008 por el propio Chávez e integrado por las cadenas nacionales Venezolana de Televisión, ViVe, TVes, la internacional TeleSur y otras cadenas de ámbito regional, junto a las emisoras de radio, Radio Nacional de Venezuela e IVKE Mundial. Un sistema que ha suscitado numerosas críticas entre ellas, las de la Asociación Human Rights Watch (HRW), que señala en un informe que la financiación estatal de estos medios los convierte en voceros del gobierno.
En Italia, ¿qué decir de Italia y de su presidente Silvio Berlusconi, il nuovo ducce, a estas alturas? Juez y parte, Berlusconi legisla para favorecer a su imperio mediático y hostiga a la competencia con la ley o con la amenaza. Entre sus dianas favoritas dos diarios L’Unita, el periódico fundado por Antonio Gramsci, y La Reppublica, y una cadena de televisión RAI 3, a las que como buen “totalitarista” ha añadido un enemigo externo, El País, del grupo español Prisa; una enemistad originada porque el diario español publicó las fotografías de las fiestas del jefe de gobierno italiano en su finca de Cerdeña, y acrecentada con un enfrentamiento directo con el corresponsal en Italia de este diario en una rueda de prensa, con nuestro querido presidente presente y haciendo la estatua “por cortesía”. Ausentes Manuel Vázquez Montalbán y Leonardo Sciascia, dos pérdidas universales, nos asimos, yo al menos, a José Saramago y su “la cosa Berlusconi” (Tribuna en el diario El País, 6 de junio de 2009), y a Andrea Camilleri (entrevista en el diario El País, 18 de septiembre de 2009), donde tacha a Berlusconi de “bufón delirante”.
Y en España, los gobiernos democráticos han favorecido sistemáticamente a medios o grupos de comunicación y a “amigos”, por lo que Zapatero no iba a ser menos que sus predecesores. A la vez que asistíamos al alineamiento de los medios de comunicación en torno a los partidos políticos, llegando incluso en ocasiones a marcarles el camino o la estrategia a seguir. Eso sí, la intimidación por el gobierno de turno se ha producido reduciendo o eliminando publicidad institucional, negando o concediendo licencias de radio y televisión (analógicas o digitales) y variando las condiciones de titularidad y emisión. Sólo en 2 ocasiones, que yo recuerde, se han cerrado por motivos no económicos medios de comunicación, los diarios Egin y Egunkaria, por su presunta relación con el terrorismo. Y rara vez los tribunales habían supuesto una amenaza real, salvo para El Jueves y alguna otra publicación humorística por “recrearse” en la Familia Real (sospechosa y vergonzosamente intocable); eso hasta ahora que la Justicia (la Fiscalía de Madrid) pide 3 años de cárcel e inhabilitación de un periodista de El Mundo, Antonio Rubio, subdirector del diario, por “revelación de secretos”; sencillamente, por hacer su trabajo.
Ahora y a cuenta de la aprobación de la TDT de pago por el Gobierno, por decreto-ley, El País hostigado por Berlusconi pasa de perseguido a perseguidor, para cobrarse una pieza de caza mayor: el presidente del gobierno, aunque al final tal vez se conforme con una pieza menor, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián.
Junto a El País se han apuntado a la cacería los principales medios del grupo Prisa, es decir, Cadena Ser y Cuatro, incluidos sus periodistas más conocidos; algunos como Iñaki Gabilondo y Enric González, con elegancia y mensaje inequívoco de cierre de filas en torno a Prisa, y otros con mal estilo, innecesario e impropio, abusando y recreándose en las verdades a medias, como, siento decirlo, algunos periodistas de la Cadena Ser.
El escenario se ha completado con el silencio calculado del grupo Vocento, el editorial de El Mundo elogiando al presidente del gobierno y recriminando al PP no haber votado a favor del citado decreto-ley, y la entrada a saco de los columnistas de diario Público, cuyos accionistas son hoy los principales beneficiarios de la aprobación de la TDT de pago.
Prensa y poder político nos están dando un espectáculo lamentable, con salidas de tono y esperpentos como la visualización de un doble frente antinatural si atendemos a la historia reciente de España, PP – grupo Prisa por un lado y PSOE – El Mundo por el otro. Más que un alineamiento parece una alienación, pero también dicen que la política hace extraños compañeros de viaje.
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