No voy a respaldar un boicot en Facebook o en sitio alguno contra el grupo Prisa. Porque pienso que ese no es el camino.
El único boicot que entiendo, pero no comparto, es el de aquel o aquellos que libremente decidan o han decidido no comprar El País, As o Cinco Días, no oír la Cadena Ser, Radiolé o Los 40 Principales, no ver Cuatro y darse de baja en Digital Plus.
Mi único boicoteo es decir lo que pienso y lo que no me gusta. Seguiré comprando El País, porque todavía puedo soportarlo.
No me gusta el Cebrián que se comporta como un perro rabioso; el que ha llevado a la deriva a El País, arrastrando hoy al grupo Prisa en esa deriva.
No me gusta el Fernando Garea que publica informaciones para dejar en evidencia al presidente del Gobierno, sin citar una sola fuente (El País, 14 de septiembre de 2009). A pesar de que lo tengo por buen periodista tras su paso por El Mundo, Público y el propio El País, y por supuesto en sus intervenciones en las mañanas de Tele 5.
No me gusta el químico metido a periodista Javier Moreno, al que Cebrián puso de director de El País, y que avergüenza a propios y extraños con las 5 páginas de ayer domingo dedicadas al Comité Federal del PSOE, a la salida de Solbes… (El País, domingo 20 de septiembre de 2009, páginas 14-18), y su “intervención” en la Defensora del Lector, “EL PAÍS y Zapatero: una crítica incómoda” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) defendiendo el “periodismo” y “la dignidad de la Redacción y todos los profesionales que hacen posible El País”, una dignidad que mancha con frecuencia y en demasía, al igual que la dignidad de sus lectores, con su comportamiento “periodístico”, la limpia y el envío a galeras de parte de esa Redacción que dice defender y su complicidad en empujar a El País a la deriva.
No me gusta el escritor Juan Cruz, cuando en la columna Cosa de Dos, “Lo incierto” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) insiste en la media verdad para negar el monopolio de Prisa en la televisión de pago y de paso arrearle al ministro Sebastián; cuando sabe como todo el grupo Prisa y los que no somos el grupo, que ese monopolio se daba en la práctica.
No me gusta el colaborador Enrique Gil-Calvo sumándose con su artículo “Autonomía” (El País, Lunes, 21 de septiembre de 2009) a la corriente de opinión general del grupo Prisa; aunque su análisis de la situación económica actual de España, tanto interna como externa, es magnífico; el último párrafo arrastrando por el fango a Zapatero resulta cuando menos sospechoso en las actuales circunstancias.
Pero El País es también otros muchos como Javier Pradera y José María Ridao (a los que no he leído pronunciarse sobre el tema), como Forges, Romeu, El Roto, Peridis, como Enric González (que si se ha pronunciado, también con elegancia y cerrando filas), como Miguel Ángel Aguilar, Josep Ramoneda o como Maruja Torres, Javier Marías o Ramón Lobo. Y El País también fue Máximo, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro, Antonio Gala, José María de Areilza, Juan Cueto…
De Cuatro sólo me interesa Iñaki Gabilondo y sus editoriales diarios de lunes a jueves, aunque alguno sea para criticar con elegancia al presidente del Gobierno y cerrar filas con Prisa. {Es importante recordar en estos momentos de tribulación su entrevista al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en TVE; de obligada emisión para estudiantes de Periodismo; una entrevista de manual}.
Y de la Ser… me han decepcionado algunos de sus periodistas y su mal estilo. No Francino, me aburren su caca, culo, pedo, pis y su somos guays, pero sólo te decepciona aquel del que esperas algo; Carles Francino me parece un buen presentador de informativos de televisión y un mal conductor de un programa de radio como Hoy por Hoy. Si me ha decepcionado Angels Barceló, debí seguir la pista que dejó Javier Astasio sobre el desembarco de Barceló en A vivir que son dos días, cuando sustituyó a Fernando G. Delgado; pero no lo hice; así que supongo que me está bien empleado.
No critico el derecho de El País y del resto de medios de comunicación del grupo Prisa a criticar a Zapatero; de hecho es su obligación como medios y como periodistas. Lo que critico es que lo hagan al unísono cuando les han tocado el bolsillo y además pretendan hacernos comulgar con ruedas de molino. La indecencia no está en la crítica si no en el motivo de la crítica: el dinero (la devaluación del precio de su plataforma digital, el estado precario de sus cuentas…) y la pérdida de privilegios en Moncloa a favor del grupo de Roures.
Lo que me preocupa es que alguien de Prisa pueda pensar de verdad que si el PP gobierna tras las próximas Elecciones Generales va a derogar el decreto-ley de aprobación de la TDT de pago. Bastante tendrá el PP con intentar enterrar sus casos de corrupción y disimular el hedor que desprenden.
Tarde o temprano habrá fumata blanca entre Prisa y Zapatero. Ignoro cuándo y el precio a pagar. Si sé que este enfrentamiento sirve o debiera servir para que algunos pierdan su candor, la confianza ciega y puede que para comenzar a tener criterio propio y emplear tiempo en la reflexión. Cabeza fría y corazón caliente.
Yo como informado y deformado renuncio, salvo sorpresa mayúscula, ataque suicida o hundimiento del imperio, a escribir más artículos sobre el particular.
El único boicot que entiendo, pero no comparto, es el de aquel o aquellos que libremente decidan o han decidido no comprar El País, As o Cinco Días, no oír la Cadena Ser, Radiolé o Los 40 Principales, no ver Cuatro y darse de baja en Digital Plus.
Mi único boicoteo es decir lo que pienso y lo que no me gusta. Seguiré comprando El País, porque todavía puedo soportarlo.
No me gusta el Cebrián que se comporta como un perro rabioso; el que ha llevado a la deriva a El País, arrastrando hoy al grupo Prisa en esa deriva.
No me gusta el Fernando Garea que publica informaciones para dejar en evidencia al presidente del Gobierno, sin citar una sola fuente (El País, 14 de septiembre de 2009). A pesar de que lo tengo por buen periodista tras su paso por El Mundo, Público y el propio El País, y por supuesto en sus intervenciones en las mañanas de Tele 5.
No me gusta el químico metido a periodista Javier Moreno, al que Cebrián puso de director de El País, y que avergüenza a propios y extraños con las 5 páginas de ayer domingo dedicadas al Comité Federal del PSOE, a la salida de Solbes… (El País, domingo 20 de septiembre de 2009, páginas 14-18), y su “intervención” en la Defensora del Lector, “EL PAÍS y Zapatero: una crítica incómoda” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) defendiendo el “periodismo” y “la dignidad de la Redacción y todos los profesionales que hacen posible El País”, una dignidad que mancha con frecuencia y en demasía, al igual que la dignidad de sus lectores, con su comportamiento “periodístico”, la limpia y el envío a galeras de parte de esa Redacción que dice defender y su complicidad en empujar a El País a la deriva.
No me gusta el escritor Juan Cruz, cuando en la columna Cosa de Dos, “Lo incierto” (El País, domingo 20 de septiembre de 2009) insiste en la media verdad para negar el monopolio de Prisa en la televisión de pago y de paso arrearle al ministro Sebastián; cuando sabe como todo el grupo Prisa y los que no somos el grupo, que ese monopolio se daba en la práctica.
No me gusta el colaborador Enrique Gil-Calvo sumándose con su artículo “Autonomía” (El País, Lunes, 21 de septiembre de 2009) a la corriente de opinión general del grupo Prisa; aunque su análisis de la situación económica actual de España, tanto interna como externa, es magnífico; el último párrafo arrastrando por el fango a Zapatero resulta cuando menos sospechoso en las actuales circunstancias.
Pero El País es también otros muchos como Javier Pradera y José María Ridao (a los que no he leído pronunciarse sobre el tema), como Forges, Romeu, El Roto, Peridis, como Enric González (que si se ha pronunciado, también con elegancia y cerrando filas), como Miguel Ángel Aguilar, Josep Ramoneda o como Maruja Torres, Javier Marías o Ramón Lobo. Y El País también fue Máximo, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro, Antonio Gala, José María de Areilza, Juan Cueto…
De Cuatro sólo me interesa Iñaki Gabilondo y sus editoriales diarios de lunes a jueves, aunque alguno sea para criticar con elegancia al presidente del Gobierno y cerrar filas con Prisa. {Es importante recordar en estos momentos de tribulación su entrevista al entonces presidente del Gobierno, Felipe González, en TVE; de obligada emisión para estudiantes de Periodismo; una entrevista de manual}.
Y de la Ser… me han decepcionado algunos de sus periodistas y su mal estilo. No Francino, me aburren su caca, culo, pedo, pis y su somos guays, pero sólo te decepciona aquel del que esperas algo; Carles Francino me parece un buen presentador de informativos de televisión y un mal conductor de un programa de radio como Hoy por Hoy. Si me ha decepcionado Angels Barceló, debí seguir la pista que dejó Javier Astasio sobre el desembarco de Barceló en A vivir que son dos días, cuando sustituyó a Fernando G. Delgado; pero no lo hice; así que supongo que me está bien empleado.
No critico el derecho de El País y del resto de medios de comunicación del grupo Prisa a criticar a Zapatero; de hecho es su obligación como medios y como periodistas. Lo que critico es que lo hagan al unísono cuando les han tocado el bolsillo y además pretendan hacernos comulgar con ruedas de molino. La indecencia no está en la crítica si no en el motivo de la crítica: el dinero (la devaluación del precio de su plataforma digital, el estado precario de sus cuentas…) y la pérdida de privilegios en Moncloa a favor del grupo de Roures.
Lo que me preocupa es que alguien de Prisa pueda pensar de verdad que si el PP gobierna tras las próximas Elecciones Generales va a derogar el decreto-ley de aprobación de la TDT de pago. Bastante tendrá el PP con intentar enterrar sus casos de corrupción y disimular el hedor que desprenden.
Tarde o temprano habrá fumata blanca entre Prisa y Zapatero. Ignoro cuándo y el precio a pagar. Si sé que este enfrentamiento sirve o debiera servir para que algunos pierdan su candor, la confianza ciega y puede que para comenzar a tener criterio propio y emplear tiempo en la reflexión. Cabeza fría y corazón caliente.
Yo como informado y deformado renuncio, salvo sorpresa mayúscula, ataque suicida o hundimiento del imperio, a escribir más artículos sobre el particular.
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